La confianza de Jesús de Nazaret

La confianza hunde sus raíces en la verdad y así se convierte en un modo de amar.

La soledad y el individualismo que caracteriza tanto la sociedad como la cultura occidental no es algo espontáneo. Cuanta menos verdad, más desconfianza. La desconfianza produce inmediatamente miedo, incluido el miedo a los demás.

El hombre no puede vivir solo. Somos seres sociales. El calibre de las relaciones humanas va más allá de la simple satisfacción de necesidades materiales. Su valor surge de lo que somos, y de lo que podemos y debemos llegar a ser. En las relaciones el ser humano se juega su felicidad.

La soledad no viene del desamor. El hombre no puede erradicar su sed de afecto. Pero sí puede engañarse. La soledad nace de la desconfianza. Y ésta es la única conclusión posible ante la mentira. Buscar motivos para justificar la mentira es hacerse partícipe de la plataforma que ampara todo crimen contra la humanidad. Buscar la verdad u optar por la mentira, de nuevo, no es algo espontáneo, es una decisión que conlleva inmediatamente un resultado: la mentira provoca soledad; la verdad genera confianza.

Jesús de Nazaret tenía confianza. A pesar de que se la puso a prueba sistemáticamente, jamás se desdijo de ella. Su actitud queda sobradamente acreditada por el humanismo que generó. Su modo de tratar a los demás no nacía de un propósito, sino de su forma de ser y de vivir. Y quienes se atrevieron a acudir a Jesús con confianza se sintieron –quizá por primera vez en su vida – libres de ser ellos mismos.

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La confianza de Jesús es un acontecimiento histórico. Está ahí, en nuestro tiempo, en nuestro espacio. Es una realidad objetiva. Es una verdad. Esa verdad da paso a tantas otras. Jesús trató a los hombres con confianza porque sabía que ésta era su gran verdad. En el fondo la tarea de Jesús en este mundo sólo fue esa, “dar testimonio de la verdad”, y él era completamente consciente de ello.

El adagio latino dice que “mil errores no anulan una verdad”. Por ello Jesús sigue siendo de rabiosa actualidad. Jesús no es una moda, un antojo o un medio para otros fines. Jesús es una persona que ha puesto en la historia un cimiento donde la sociedad pueda construirse: la verdad.

Hoy muchos buscadores de la verdad encuentran a Jesús en ella, y muchos conocedores de Jesús son impelidos a vivir conforme a la verdad.

Jesús hoy sigue confiando en los niños y adolescentes, en los padres y educadores, en los que están solos, en los que sufren; en todos, porque Jesús confía en la humanidad. Por el simple hecho de que la considera capaz de vivir en la verdad.

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