La fe en el espacio público

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El reparto de mayorías tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, ha reabierto el debate sobre el lugar que debe ocupar la dimensión religiosa dentro del espacio público.

Observamos perplejos cómo, en muchos casos, las condiciones para alcanzar pactos de gobierno se fundan más sobre la exigencia de relegar de modo absoluto la religión al ámbito privado que en llegar a acuerdos sobre cómo gestionar mejor los servicios que deben prestarse a los ciudadanos.

Por supuesto que siempre debe estar abierto el debate sobre cómo articular las relaciones entre la fe y la política, atendiendo a la verdad y a las circunstancias de cada sociedad. Así, desde la Iglesia habrá que preguntarse si la opción preferencial por los pobres se debe concretar en que el puesto preferente en actos y celebraciones lo ocupen políticos y no pobres. Y también desde la autoridad política deberán revisarse las motivaciones por las que se acude a un acto religioso ejerciendo el poder político, así como las formas de hacerlo.

Pero siempre habrá de tenerse en cuenta que la libertad religiosa no equivale a libertad ideológica o de pensamiento. Tanto la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europa (artículo 10) como la Convención Europea de Derechos Humanos (artículo 9) definen este derecho como “la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado”.

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La fe católica, manifestada en el ámbito público, llevó a políticos como Schuman, de Gaspieri y Adenauer a sentar las bases de la Unión Europea. Una unión que no es mejor ni más humana hoy, cuando se pretende relegar la fe al círculo privado sustituyéndola en el ámbito público por la tecnocracia y el economicismo.

Y es que un creyente no lo es solamente en la esfera privada. La mirada de la fe tiene relevancia en todos los ámbitos de la vida. Como la tienen también la filosofía y la ética. Todas las dimensiones del ser humano son necesarias en el espacio público. Dejar ese ámbito a la autonomía absoluta de la política y la economía conlleva el riesgo de construir un mundo inhumano, una sociedad en contra del hombre.

Grupo AREÓPAGO

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