Prácticamente cada informativo radiofónico, periódico o en los que suele aparecer una noticia y siempre relacionada con violaciones, abusos, y otros tipos de violencia sobre la mujer o sobre el hombre (curiosamente no aparecen o aparecen menos, pero por desgracia también ellos sufren violencia sexual).
Es muy llamativo el aumento de este tipo de agresiones. A poco que busquemos información al respecto encontraremos titulares como: “El Consejo General del Poder Judicial alerta sobre el aumento de agresiones sexuales en grupo y ataques individuales” (La Voz de Galicia 2 de mayo 2018). “Fiscalía alerta del incremento de agresiones sexuales entre menores” (La Razón 28 octubre de 2018) “Aumentan un 201% las llamadas a la línea sobre agresiones sexuales en Estados Unidos” (CNN 28 septiembre 2018)
Esta sociedad nuestra en la que este dramático escenario se está desarrollando, es la denominada sociedad de la “libertad sexual”, en la que clamorosamente aparece el gigante de la “esclavitud sexual” ahora bajo rostro de adicción a la pornografía, violencia, abusos, trata de personas, etc.
Cuando los responsables políticos o educativos quieren tomar cartas en el asunto, lo hacen siempre bajo la perspectiva de la violencia de género y una vez más el tiro está errado. En un supuesto escenario en el que la mujer desapareciera de la faz de la tierra y en el que mantuviéramos los mismos ingredientes que hoy son causa de esta terrible epidemia: desestructuración familiar, olvido y menosprecio de los valores fundamentales, hedonismo, poca capacidad de compromiso, pérdida de sentido de trascendencia, digitalización de la vida, aumento del consumo de pornografía, drogas, etc., etc., etc.; seguiría habiendo víctimas de este tipo de violencia.
Si un edificio se desmorona, habitualmente se recurre a reforzar los cimientos. Cuando la persona deja de ser dueña de sí misma y actúa con tanta violencia contra otra, reconstruiremos el edificio de su vida cimentándola sobre lo que construye y hace crecer: ejercicio de la voluntad, formación en valores y virtudes, fortalecimiento de la familia como estructura básica, sano y ordenado disfrute del tiempo libre, legislaciones que devuelvan la autoridad a profesores, padres, responsables de la educación; sin olvidar que como decía Chesterton: “Si suprimimos lo sobrenatural, lo que nos queda es lo antinatural”
GRUPO AREÓPAGO
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