En junio de 2021 el Vaticano anunció que el Papa Francisco había abierto el proceso de beatificación de Robert Schuman. Se autorizaba a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto que reconoce sus «virtudes heroicas”, considerando a Robert Schuman como uno de los fundadores de la Unión Europea y como un político que luchó por la unidad de Europa, dedicándose en su vida a trabajar por la paz. En abril de 2020 también fue beatificado en Caracas, el médico venezolano José Gregorio Hernández, el llamado “médico de los pobres”. Y en octubre de 2020, en Asís se beatificó al adolescente Carlos Acutis, que desde muy joven puso sus conocimientos informáticos y de internet al servido de la Iglesia.
Testimonios como los de Robert Schuman y como el joven Carlos Acutis son necesarios en la sociedad actual, personas como este ministro francés o este joven estudiante son un ejemplo de cristianos en la vida pública, fieles laicos. Tanto las vidas de Schuman como de Acutis, estuvieron dedicadas a la evangelización, cada uno en su ámbito de vida, cada uno en una época y situación histórica diferente; uno desde su actividad política como ministro del gobierno francés, y el otro desde su actividad en Internet; ambos fueron hombres de fe.
En Evangelii gaudium, el Papa Francisco nos exhorta a todos los laicos, a que huyamos del individualismo y seamos Iglesia en salida, porque todos tenemos el derecho de recibir el Evangelio, y el deber de anunciarlo, con alegría y fervor del bien que hemos recibido. Ya nos advirtió el Santo Pontífice 2013, que “muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda quitar su tiempo libre”. Y es que la presencia de los cristianos en la vida pública conlleva un gran compromiso en la vida social y política de un católico, una participación que no es nada sencilla en la sociedad actual; una presencia que debe estar dirigida a la búsqueda del bien común, a la protección y defensa de la vida humana y a la construcción de la paz, como puede verse en la trayectoria de Robert Schuman. O en nuestro ámbito más cercano, el ejemplo de vida y de vocación laical de nuestro siempre amigo don José Díaz-Rincón, que ha sido un referente para toda la Iglesia de Toledo y sobre todo para los laicos toledanos.
GRUPO AREÓPAGO
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