La DANA mortal

No hay palabras para expresar el dolor y la impotencia ante la catástrofe sufrida en nuestro país a raíz de la DANA que ha arrasado localidades enteras, principalmente en la zona de la Comunidad Valenciana, pasando a ser ciudades fantasmas lo que hace dos días eran ciudades llenas de vida.

Hay gente que lo ha perdido todo pero los cuantiosos daños materiales no son nada con el valor de cada vida humana sesgada y que ahora cabe preguntarse si esas muertes se hubieran podido evitar.

La dimensión de la catástrofe es tal y la falta de respuesta inmediata de la Administración es tan clamorosa que una vez más deja a nuestros políticos a la altura del betún. Los ciudadanos se sienten abandonados y las horas van mermando las fuerzas de aquellos que han logrado sobrevivir; indigna al ciudadano de a pie que se estremece con las imágenes que por tv nos llegan de la tragedia, oír al presidente de Gobierno manifestar que “si se necesita más ayuda, que se pida”. Cualquiera en nuestras casas, con nuestros familiares, vecinos y amigos, si se ve la necesidad del otro, se presta la ayuda sin esperar a más. La burocracia ni los protocolos de actuación pueden ser piedras en el camino para que la ayuda se ponga en práctica tarde y de manera insuficiente.

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Las noticias de previsión para reconstruir las zonas más afectadas indican la necesidad de al menos 4 años para ello.

Son precisamente esos ciudadanos de a pie de toda España que se están desplazando a las zonas afectadas para ayudar como voluntarios, junto con las fuerzas de seguridad los que se están dejando la piel para intentar aliviar tanto sufrimiento. A ello se suman las ayudas económicas de ciudadanos anónimos a favor de los damnificados que ayudarán tanto a quienes las reciban como a aquellos que en su generosidad son capaces de desprenderse de lo suyo para ayudar al otro.

La Iglesia española, con el Sr. Arzobispo de Valencia al frente, D. Enrique Benavent, también se ha hecho presente a la hora de prestar ayuda, bajando al barro, saliendo al socorro de los más frágiles y necesitados, siendo la labor de las Cáritas Parroquiales de un valor inestimable en estos momentos, junto a otras ong’s u otras entidades.

La otra cara de la moneda: Los saqueos en comercios y viviendas, el riesgo de epidemias…pintan un paisaje aún más desolador si cabe. Va en contra de la naturaleza del ser humano aprovecharse del drama de los demás y uno no llega a comprender como alguien puede aprovechar para robar productos no precisamente de primera necesidad y desvalijar negocios enteros en semejante situación.

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El individualismo que nos rodea también se ha hecho presente en medio de este drama, y así en redes sociales ha habido personas que han estado buscando rutas alternativas para poderse desplazar el fin de semana hasta lugares como Port Aventura a disfrutar del fin de semana, evitando el paso en sus desplazamientos por las zonas afectadas por la DANA como si la catástrofe que vivimos en nuestro país fuera ajena a ellos y con la idea del disfruta al máximo que no sabes lo que te espera mañana. Sin palabras, queda todo dicho.

Ojalá aprendamos de esta catástrofe para prevenir hechos similares, actuar a tiempo y ganar en humanidad, que el pueblo español dé lo mejor de sí y que la bondad y la generosidad de unos contrarreste el egoísmo e individualismo de los otros y sobre todo, que en unas semanas no olvidemos a los afectados que de por vida quedarán marcados por el trauma de todo lo vivido. Y señores, Port Aventura y todos los disfrutes terrenales pueden esperar…

Una oración por todos los fallecidos, desaparecidos y sus familias y nuestro más sentido pésame.

GRUPO AREÓPAGO

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