Educar, esa misión difícil pero apasionante

La educación es una categoría humana fundamental para la vida de las personas pero que al contemplarse desde distintas perspectivas, se ideologiza con bastante facilidad. Aplicando el principio bergogliano de que la realidad es superior a la idea, esta breve reflexión presenta algunas estampas o pinceladas de la realidad educativa de nuestro país que pueden ser de gran utilidad para el discernimiento.

Que la educación está en crisis no es una novedad: docentes, padres, pedagogos, escritores…vienen hablando hace tiempo de ello; en los ámbitos sociales más concienciados sobre el tema existe la percepción de que además se hace muy poco para solucionar las múltiples enfermedades que la afectan. Y es que la educación se suele concebir generalmente hoy como uno más de los servicios que nos encontramos en el mercado, y como objeto de consumo la hemos colocado la etiqueta de “usar y tirar”

Algunas estampas de nuestra realidad educativa las proporcionan sus principales actores. En un primer plano nuestros hijos, nietos, alumnos. Los encontramos de todo tipo, como en todos los ámbitos de la vida, responsables, motivados, indiferentes, pasivos… Pero eso sí, todos ellos inmersos en una jornada escolar intensa repleta de aprendizajes sobre contenidos academicistas, generalmente memorísticos de dudosa utilidad; complementada desde las más tiernas edades por varias horas de deberes en casa, que desesperan a muchos padres al no saber cómo ayudar, ni disponer de tiempo para ello. Completa la foto la obsesión posmoderna por las actividades extraescolares.  Ante esta realidad uno se pregunta ¿Qué tiempo les queda a los educandos para el cultivo de una sabia vida interior, o para conocerse a sí mismo y buscar el sentido de su vida, o explorar alguna experiencia humanista, espiritual o religiosa que les pueda ayudar a crecer en plenitud humana?

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En paralelo con esta realidad transcurre la de los padres, primeros responsables de la educación de sus hijos. Asumen en su totalidad el sistema con muy poca lectura crítica. Sin duda hay padres totalmente involucrados en la educación de sus hijos, pero un gran número de ellos han dimitido o claudicado de su función, sin ser conscientes de que cuando uno es padre-madre firma al mismo tiempo como educador. La mayoría piensa que hacen lo que pueden. Algo grave para sus hijos y para la sociedad es que en general se ha perdido la batalla de los “límites”, con sus consecuencias nefastas para un desarrollo armónico y equilibrado de la personalidad del hijo…

Y por último la foto-estampa del profesorado. Ofrece zonas oscuras, con algunas luminosas y otras en claroscuro. Su situación oscila entre la esperanza y la frustración. En un contexto escolar dominado por dos agentes sociales muy poderosos –el Estado y el Mercado-, el profesorado se siente manejado por la burocracia y la ideología de la maquinaria estatal y la lógica del mercado que plantea la eficacia como instrumento principal de actuación pedagógica. Se buscan los resultados cuantitativos y todos en términos cognitivos, olvidando objetivos y procesos del aprendizaje educativo escolar como el aprender a ser y el aprender a convivir tan necesarios para una educación integral. Modos y procedimientos  que van dejando por el camino a muchos alumnos –también en la escuela existen las periferias- que por diversas circunstancias pasarán a engrosar las abundantes cifras del  descarte.

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Vaya por delante la admiración por la labor muchas veces heroica de profesores que tienen que realizar su labor en un contexto muy poco propicio -las estadísticas muestran que es una de las profesiones en las que más problemas de salud mental se dan:ansiedad, estrés, angustia o síndrome del “quemado”. Dicho esto, su situación real es muy plural: Desde el profesor vocacional que vive su situación con alegría haciendo de su vida en el aula una aventura gratificante de autorrealización personal y de entrega a sus alumnos, a otros que sin embargo viven su actividad docente en una situación de tensión permanente que influye en su carácter y equilibrio emocional, produciendo sin duda un deterioro significativo en su propia vida y en la educación del alumnado.

He aquí una lectura de algunos aspectos de la realidad educativa actual, seguramente parcial como todas, pero que desde la interpretación que hagan de ella nuestros pacientes lectores puede ser enriquecedora.

GRUPO AREÓPAGO

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