Son los papas medievales los que ponen en marcha la iniciativa de celebrar los ¨jubileos¨ o años santos convirtiendo a Roma en centro de peregrinación. Su cadencia en principio se fijaría en cien años, después pasaría a cincuenta y ya en época moderna se fijaría en veinticinco. Se tiene constancia del primer jubileo en el 1300 y se celebran ininterrumpidamente hasta el 1800, fecha de la invasión napoleónica que los retrasará hasta 1875. Es precisamente en la Edad Moderna cuando la ciudad comienza a hacer frente a numerosos visitantes que acuden a la llamada de la Iglesia en estos momentos concretos en los que Roma se convierte en una nueva Jerusalén.
Es muy posible que históricamente no haya otra ciudad con tanta influencia como Roma. Desde su esplendor en la Antigüedad, su aparente ostracismo en el medievo hará que resurja con fuerza inusitada durante el Renacimiento convirtiéndose en paradigma y modelo a seguir de la cultura humanista. ¨Roma es el mundo entero y el mundo entero está en Roma¨ era una frase muy repetida en plena Edad Moderna en la que peregrinos, artistas y viajeros se arremolinaban en una ciudad que necesitaba transformarse para dar cabida a las nuevas necesidades que se le planteaban. Y lo hizo.
La primera de las reformas que necesita emprender es la arquitectónica, mejoras urbanísticas que embellezcan la ciudad y la hagan más accesible. Así, ruinas clásicas se reconvierten y templos paganos se sacralizan (el mejor ejemplo es sin duda el Panteón que ya en la Edad Media se había convertido en Santa María de los Ángeles). Sixto V se embarcará en la Reforma más ambiciosa y la hará de la mano del arquitecto Doménico Fontana. Su proyecto pasa por la construcción de grandes arterias que sirvan para unir las principales basílicas separadas por plazas en las que se colocarían espectaculares obeliscos, de nuevo un maridaje entre el pasado pagano y el presente católico. Años antes, Julio II ya había iniciado la ambiciosa reforma de San Pedro de la mano de Bramante, Antonio Sangallo, Rafael y Miguel Ángel.
A las reformas urbanísticas habría que sumar la aparición que diversos medios funcionales que facilitaran la estancia al visitante. San Felipe Neri presenta una propuesta que pasa por recorrer a pie siete iglesias de peregrinación para lograr así la indulgencia plenaria y surgen las ¨Mirabilia urbis Romae¨, una especie de guías de viaje que orientan al peregrino en su recorrido por la Roma cristiana.
Precisamente en este año, nos encontramos en año de Jubileo y de nuevo miles de personas viajarán a Roma por su celebración. Roma, ¨la ciudad eterna¨, nos recibirá con los brazos abiertos haciendo gala de su esplendor y magnificencia, nos abrumará con su belleza arquitectónica y artística. Aún así, no debemos olvidar que Roma volverá a convertirse en espacio para el encuentro y el diálogo. Una oportunidad para ponerse en camino y acudir a la llamada de transformación que lleva implícita toda peregrinación. Un momento para la reconciliación y la conversión. Una ocasión para sentir una ciudad que posee el aura especial que le otorga la Antigüedad, pero sobre todo para entender el mensaje de comunión de la Iglesia. ¿Alguien da más…?
GRUPO AREÓPAGO
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