La felicitación del Papa Francisco al presidente de la conferencia episcopal mejicana por el aniversario de la independencia de Méjico ha levantado una oleada de críticas en los medios españoles y comentarios agresivos de algunos políticos.
La breve carta del Papa invita a fortalecer las raíces y reafirmar los valores de la nación mejicana, para lo que hay que “reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos” y pedir “perdón por los pecados personales y sociales … que no contribuyeron a la evangelización”. También pide fomentar la reconciliación respecto a las persecuciones sufridas por la Iglesia en tiempos más recientes y afirmarse en los valores que sostienen al pueblo mejicano, en los que la religión tiene un papel relevante.
La petición de perdón como actitud preparatoria para cualquier acontecimiento cristiano es habitual en la Iglesia: la misa comienza pidiendo perdón por los pecados de palabra, obra y omisión, a la Navidad la precede el tiempo penitencial del Adviento y la Pascua se prepara con la Cuaresma. No puede extrañar esa misma actitud para celebrar una fiesta nacional.
Pero en España están muy recientes las acusaciones del presidente mejicano de violaciones de los derechos humanos por la conquista de Méjico (hace 500 años), que incluyeron una carta a Felipe VI y al Papa, exigiendo un reconocimiento de tales abusos y una petición de perdón.
Quizá esa sea la razón por la que la prensa española ha interpretado la carta del Papa como una petición de perdón por la conquista y evangelización española, convirtiéndola en una acusación hacia la historia de España.
Sin duda, esto debería haber sido previsto por la oficina de comunicación del Vaticano, pero el Papa Francisco nos tiene acostumbrados a primar la espontaneidad sobre la rigurosidad y eso hace que sus palabras sean una fuente constante de polémica para el que quiera buscarla.
Pero los periodistas también deberían sacudirse la pereza de ir al fondo de la noticia, en este caso, leer una carta de unas cincuenta líneas, y pensar el contexto del autor y del receptor de la misiva, en lugar de un corta y pega de los despachos de agencia.
Si el Papa hubiera querido pedir perdón por la actuación española, hubiera escrito la carta pidiendo una actitud de arrepentimiento al presidente de la conferencia episcopal española, no al de la mejicana. Desgraciadamente, somos todos pecadores y no faltan motivos de arrepentimiento en todo lugar y en todo tiempo.
GRUPO AREÓPAGO
Excelente día desde México… hablando de,…. tendrán alguna formación que ustedes después me puedan justificar con una constancia de algún curso. Quedo de usted.