Hijos abandonados en tanques de nitrógeno

Según  nota de prensa del INE de noviembre de 2018, el 5,4% de las mujeres entre 18 y 55 años  residentes en España se han sometido alguna vez a un tratamiento de reproducción asistida, este porcentaje aumenta con la edad, llegando a un 8,8% en las que tienen entre 40 y 44 años de edad, destacando que el 5,9% de las mujeres que hoy en día tienen 50 o más años se han sometido alguna vez o están sometiéndose  a un tratamiento de reproducción asistida (https://www.ine.es/prensa/ef_2018_a.pdf).

Vivimos en la sociedad de la paradoja, donde se recurre a la anticoncepción sin límites, incluyendo incluso el aborto como método anticonceptivo, para dar el salto  al deseo  inmediato del hijo, recurriendo a las técnicas de reproducción asistida  y maternidad subrogada.

Si ya resulta grave el hecho de la cantidad de abortos que se producen a consecuencia de las prácticas de la fecundación in vitro, clamoroso es el alto número de embriones sobrantes que quedan congelados en nitrógeno líquido. Varios miles de embriones congelados se acumulan ya en España.

Los fines de estos embriones congelados son inicialmente reproductivos si la mujer no superaba los 35 años cuando se extrajeron sus óvulo, es decir conseguir nuevos embarazos propios o de otra mujer a la que se dona el embrión; Si la mujer entonces superaba los 35 años y no desea un nuevo hijo,  los embriones solo tienen fines investigatorios, si bien no pueden destruirse hasta que no finalice la edad reproductiva de la mujer, aproximadamente hasta los 50 años.

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No es difícil aventurar que la mayoría de estos embriones nunca proseguirán su ciclo vital y terminarán destruyéndose.

Según la ley española 14/2006 de Reproducción Asistida, los progenitores firman al inicio del proceso de fecundación un consentimiento acerca del destino de los embriones congelados. Después pueden modificar o revocar el destino inicialmente acordado, pero si los progenitores no responden en dos consultas consecutivas acerca de su decisión, pasan a ser propiedad del Centro de Reproducción Asistida.

La realidad, según manifiestan estas clínicas, es que un porcentaje altísimo de parejas se desentienden de los embriones congelados, dejando los mismos en gélida espera a disposición de los centros donde se practicó la fecundación in vitro, alegándose por estas parejas la dureza de tener que tomar una decisión acerca del futuro de sus embriones, alegando conflictos emocionales. Es fácil abandonar a los hijos no nacidos, olvidando el precio que consiguieron por este hijo deseado. Es más fácil el abandono que el asumir responsabilidades, y encontrarse en una trampa de difícil salida cuando quizás es demasiado tarde.

GRUPO AREÓPAGO

 

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