El Papa Francisco en su reciente viaje a Estados Unidos motivó su histórico discurso al Congreso desde la referencia a cuatro ciudadanos que “con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo”. Entre ellos se encontraba Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Dijo el Papa: “Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.”
Tal vez a muchos nos haya llamado la atención esta mención específica del Papa para una mujer, que es seguramente una gran desconocida en nuestros ambientes. No extraña nada, sin embargo, el recuerdo como memoria hermenéutica para la realidad actual que la dedica el Papa, conociendo su sensibilidad por lo social y sus signos y mensajes a favor de la dignidad del hombre y la defensa de los más desfavorecidos.
Dorothy Day, después de una profunda crisis personal en su juventud, descubre y experimenta su vocación y pasión por la causa de los pobres en un mundo injusto y desigual, y lo traduce en compromiso social y político. Y es ahí, en el compromiso sociopolítico, donde se encuentra con Dios. Nos dejó esta sabrosa perla: “Una de las experiencias más desconcertantes de la vida espiritual es que Dios te toma la palabra”.
Pese a que la fe religiosa era considerada en sus ambientes activistas como “opio del pueblo”, ella nunca ocultó desde su conversión que el Evangelio era Buena Noticia para los pobres. No es lo mismo defender a las personas marginadas desde lejos que compartir con ellas su vida y su dolor. La institución que fundó, Catholic Worker, fue y sigue siendo casa de misericordia para muchas personas marginadas. Su atención asistencial no la lleva, sin embargo, a renunciar a su compromiso sociopolítico para cambiar las estructuras económicas injustas; y siempre, desde un pacifismo radical. Rechazó la religiosidad individualista y se identificó con una Fe profética que no pacta con el poder.
Mujer de convicciones recias que no se dejó atrapar por el feminismo radical que se iba imponiendo, defendió el rol maternal de la mujer al mismo tiempo que su dignidad y su igualdad, y se escandalizó de la llamada “revolución sexual” que en aquellos tiempos comenzaba a difundirse por los ambientes juveniles.
Dorothy Day es todo un signo referencial de presencia cristiana-católica sociopolítica en el mundo actual.
Grupo Areópago
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muchas gracias.