El genio literario de Pablo Neruda nos ha dejado esta preciosa perla: “Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció…”
Sí…,todo está en la palabra. Es el cimiento de la cultura y del sentido de la vida. Define a la persona y a los colectivos. Por medio de ella se desarrolla el pensamiento, se expresan los sentimientos y el ser humano crece en su dimensión comunicativa y social. Con ella se plasma la literatura, la poesía y el lirismo; cobra sentido la metáfora; y hace posible el diálogo…
Una de las muchas paradojas en que está sumida ésta nuestra llamada sociedad de la información y del conocimiento es que la palabra, su principal protagonista, camina a través de ella desacreditada, tal vez enferma. Una simple mirada a los medios de comunicación y a las redes sociales; un breve recorrido por las innumerables tertulias que pululan en el medio audiovisual, por los discursos de los políticos, o sus programas electorales…; en fin, un sencillo paseo por la cotidianidad del chateo y el whatsapp, nos advierten de los muchos síntomas que translucen su enfermedad: sobresaturación, ruidos, simplicidad, desinformación, impostura e incoherencia, o simplemente pérdida de significado.
Cuando a través de los medios de comunicación y las redes sociales se calumnia, se divulgan rumores como si fuesen certezas; cuando se pretende más ensuciar que informar, la palabra sale maltratada porque ha abandonado su función originaria de educar, formar y socializar. El genio profético del Papa Francisco nos ha advertido últimamente de la maldad de la “coprofilia informativa”, que es consecuencia lógica de la tendencia social a la “coprofagia”. Cuando este mal se generaliza también la sociedad se contamina y enferma.
Urge recuperar el valor de la palabra como compromiso y promesa, reconocer su importancia, reconducir su coherencia. Y es tarea prioritaria aplaudir a personas y medios públicos y privados que buscan la verdad objetiva, que procuran discernir porque las personas y las cosas tienen sus derechos, que ejercen su labor crítica sin herir….En definitiva, a todo aquello que promueve lo profundamente humano.
Grupo AREÓPAGO
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