En los últimos años, asistimos puntualmente con la llegada de los calores veraniegos, al fenómeno que se ha dado en llamar “turismo de borrachera”. Como nuestros lectores habrán deducido y ya sabrán, se trata de una forma de turismo barato que consiste en paquetes que las agencias venden, sobre todo a la población más joven, en el que se incluye el vuelo, la estancia y la posibilidad de beber sin límites por muy poco dinero.
Cada año el mismo espectáculo: jóvenes borrachos tambaleándose por estos lugares de playa, agresiones y peleas motivadas por una agresividad mal controlada, agresiones sexuales, ruidos hasta el amanecer, basuras, etc, etc, etc.
Hace unos días, el representante de una de las ciudades de la costa donde se viene dando este triste espectáculo dio su opinión al respecto en un informativo nacional. Lo sorprendente fue que lejos de quejarse, comentó que “el turismo se tiene que adaptar a los nuevos tiempos, a las nuevas modas”.
¿Qué hay de fondo? ¿Qué revela esta respuesta?
No importa. Da igual si en mi ciudad hay jóvenes que ven en serio peligro su salud por las cantidades de alcohol que han ingerido, si algunas de estas chicas son agredidas sexualmente, si el ruido en la madrugada es insoportable, si las calles parecen vías de tránsito convertidas en basureros, da igual. Lo importante es que al final de la temporada, las arcas del municipio estarán un poco más llenas.
Mal vamos. Cuando un representante municipal prefiere que su ciudad sea conocida en España y en Europa por este nuevo modo de vacacionar, cuando se prefiere tener las cuentas un poco más saneadas a velar por la salud física y moral de las personas a las que se acoge, entonces ¿se puede llamar a este representante “servidor de lo público”?
Hay sin duda ejemplos muy positivos de personas que llevan a cabo su tarea como representantes políticos en las instituciones con verdadera preocupación y cuidado de las personas que tienen encomendadas, pero sin duda hemos de abrir bien los ojos, para que llegado el momento de elegir, sepamos en qué manos poner nuestros destinos.
GRUPO AREÓPAGO
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