Me quiere, no me quiere, me quiere

Margarita

¿Quién no ha deshojado alguna vez una margarita esperando con ardor que el dulce sonar termine con un …. ?¿Me quiere? ¿Me ama? Pero … ¿Qué es el amor?

La primavera es considerada como la estación del amor.  Numerosos estudios dan respuesta a este hecho aludiendo a la revolución bioquímica que causa en todos  los seres vivos. El aumento de determinadas sustancias químicas en nuestro cerebro produce una sensación de bienestar emocional y otros síntomas directamente asociados al amor. Tal consideración reduce el amor a la mera suma de  factores bioquímicos, haciendo que hormonas y neurotransmisores se conviertan así en los garantes de esta emoción.

La persona humana en su búsqueda de la felicidad descubre que no puede ser feliz en soledad. Somos seres sociales, es en el encuentro y entrega al otro donde hallamos la ansiada felicidad. Ahora bien, ese encuentro para que sea auténtico, ha de ser de persona a persona, con todas sus dimensiones. Esto, claro está,  es mucho más que la unión de meros sacos bioquímicos que se  encuentran en disposición de caminar unidos mientras sus niveles así se lo permitan. ¡El amor es mucho más que eso!

No podemos reducir el amor a simples reacciones bioquímicas que provocan que la persona experimente una profunda sensación  de bienestar junto a su amado/a. El amor verdadero no se mira a sí mismo, se centra en el otro. Está por encima del estado de bienestar o malestar que determinan las emociones. No es un sentimiento que por su naturaleza es efímero, cambiante. Es mucho más, es un acto de la voluntad. Ha de ser sólido y debe soportar los avatares de la vida permaneciendo más fuerte tras las dificultades del día a día. Es necesario dar el paso del amor de la atracción al amor como tarea. Robustecer el sentimiento con el firme convencimiento de que merece la pena la persona amada siempre, aun cuando la emoción y el sentimiento no estén presentes.

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El amor, el auténtico amor, se parece a los campos que  en primavera están en flor.  Con colores y aromas que extasían al espectador. Emociones y sensaciones que cautivan con fuerte atracción. Pero campos que tras los rayos de sol del estío perderán su color. Pasarán a ser  áridos  terrenos en apariencia baldíos. Y volverán a  manifestar su esplendor tras jornadas  de frío, agua, lluvia, viento y calor.

El auténtico amor no se centra en el momento, en la apariencia. Ama todo el ser, siempre. Esto sí es amor.

 

Grupo AREÓPAGO

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