Recientemente se ha celebrado el Día Mundial de los Refugiados, un día en el que se recuerda de forma especial a todas las personas que se han visto obligadas a huir o a marchar de su país de origen por diversas circunstancias; bien escapando de la guerra, de la violencia, de la persecución política o racial, del hambre, de la opresión, de los desastres naturales….Salen cargando una mochila llena de problemas y dificultades y llegan a los países de acogida buscando una vida mejor y más digna. Son nuestros hermanos migrantes.
El valor y el coraje de las personas que huyen cuando sus vidas, sus familias y su libertad están en peligro, siendo desplazadas de su país hay que resaltarlo. No huyen por gusto; no vienen de vacaciones. Sus testimonios de vida reflejan sufrimiento y falta de libertad. En muchos de los casos, son hombres, mujeres y niños que dejan atrás por obligación sus hogares, su infancia, su trabajo, sus familias, abandonando una vida con estabilidad profesional, económica y social para comenzar una vida en la que las circunstancias pueden ser más difíciles y, donde la falta de empatía y donde la discriminación se hacen notar mucho más. Son conscientes de las dificultades pero el deseo de que sus hijos crezcan en un país donde es posible caminar por la calle les anima a abandonar todo.
Por esto la solidaridad, la protección y la cooperación deben cuidarse. Es preciso que se ayude a las personas refugiadas y forzadas a huir de su país y que desde las Administraciones Públicas se garanticen los derechos de las personas refugiadas; que las instituciones ofrezcan programas y ayudas duraderas que garanticen el acceso a los servicios para que puedan rehacer sus vidas y puedan superar todos los obstáculos con los que se encuentran; y es preciso facilitar los trámites burocráticos para que obtengan la condición de refugiado y la protección internacional. Son hermanos nuestros que precisan que se les ayude.
Los conflictos bélicos actuales, la situación política y económica de muchos países, así como el calentamiento climático son algunos de los motivos que provocan un aumento del número de refugiados. Durante toda la historia ha habido emigrantes y refugiados al menos desde que tenemos noticias. Muchos de nosotros tenemos familiares que emigraron en busca de un futuro mejor. Y recordemos al pueblo de Israel en el desierto, o hace 2000 años la familia de Nazareth también se vio obligada a escapar de su hogar y pedir asilo en Egipto como nos lo demuestra San Mateo 2, 13 en el Evangelio «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise» .
El Papa Francisco nos recuerda la necesidad de ser buenos samaritanos.
GRUPO AREÓPAGO
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