La alegría en la esperanza

A veces es bueno pensar en las cosas que nos producen felicidad. Se podrían enumerar muchas y muy variadas, tantas como seres humanos hay. Felicidad producen los abrazos, los besos, recibir buenas noticias, ascender en el trabajo, conseguir un objetivo…o hay a quién le genera satisfacción ir de compras o viajar o que las publicaciones en sus redes sociales se conviertan en virales. O simplemente tener salud y que las personas de su entorno también gocen de ella. 

La felicidad puede tener muchos rostros y los motivos que nos dan felicidad también diversos. Si se hiciera una encuesta seguramente que saldrían diferentes razones, coincidiendo tramos de edad, circunstancias, poblaciones, etc. También podemos decir que a lo largo de nuestro día se viven situaciones que producen felicidad y alegría, que pueden ser superficiales y pasajeras.

De nuestra actitud depende también nuestra alegría particular, en la que influye en nosotros la forma de ser de cada persona, de los altibajos emocionales y de las circunstancias de cada uno viva en su cotidianidad.

Pero para los que somos cristianos, nuestra alegría no la encontramos en   situaciones externas o superficiales porque nuestra alegría cristiana tiene su fundamento en Dios; nuestra alegría depende de nuestra fe, sabiendo que nuestra felicidad nos la da el Amor misericordioso de Dios; la fuente de nuestra alegría es Jesucristo, vivo y resucitado. El Domingo de Resurrección decimos: “Jesucristo ha resucitado. Y estamos alegres”. Es la razón de nuestra alegría, más allá de las circunstancias mundanas de nuestra vida.

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El 28 de mayo de 2018, el Papa Francisco  en una de las homilías de las Misas matutinas en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, publicada en  https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2018/documents/papa-francesco-cotidie_20180528_cristiana-alegria.html definió la “alegría cristiana” como la “respiración del cristiano” , indicando que “la alegría no es algo que se compra o yo la hago con el esfuerzo: no, es un fruto del Espíritu Santo». Porque, recordó que “quien causa «la alegría en el corazón es el Espíritu Santo». Hay «alegría cristiana si estamos en tensión entre la memoria, el recuerdo de la regeneración, como dice san Pedro, que nos ha salvado Jesús, y la esperanza de lo que nos espera»”

Por esto en este tiempo de Pascua, recordemos que nuestra alegría no es pasajera porque es la alegría en la esperanza, es la paz del corazón que sólo Dios nos quiere dar. Nuestra alegría es que somos dichosos porque Dios nos ha salvado y ha resucitado. El Papa nos pide a cada uno de nosotros que cuidemos nuestra alegría porque no es fácil, pues nuestra cultura y la sociedad en la que vivimos a veces no nos facilitan que nuestra alegría sea plena.

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