Se ha constatado en los últimos años un aumento progresivo de los casos de violencia de hijos adolescentes y jóvenes hacia sus padres. En 2004 se registraron 5000 denuncias de padres a sus hijos; en 2012, la cifra fue mucho mayor: 9.000 denuncias. Hace unos meses la Unión de Asociaciones Familiares denunció el «fenómeno creciente» de la violencia filio-parental, al multiplicarse por cuatro las denuncias por esta causa en los últimos cinco años en España.
Cabría preguntarse qué está pasando y cuáles pueden ser las causas de este fenómeno.
La relación de un niño con sus padres va a ser vital para la creación de su propia identidad. En el establecimiento de esta relación los primeros años de vida van a ser fundamentales. El vínculo que se establece entre madre, padre e hijo determinará su personalidad y cómo se relacionará con el entorno.
Esta relación paterno-filial ha cambiado mucho en los últimos años. El padre/madre autoridad suprema, que dicta órdenes y al que su prole les nombra “usted” ha dejado paso al padre/madre amigo, más bien colega, que se relaciona con sus hijos como uno más de sus iguales.
Muchos padres y madres borran diferencias entre ellos y sus hijos pensando que eso crea lazos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los hijos probaran todo tipo de artimañas con el fin de obtener lo que creen necesitar de sus padres. El relativismo moral se apoderará de ellos actuando bajo la dictadura del propio yo y sus apetencias. Los adultos deben asumir el lugar que les corresponden, mostrando desde el amor responsable una posición clara y firme ante sus hijos. Cuando esto no es así, la combinación de este hecho con otros factores, puede provocar la desnaturalización del vínculo, la violencia en manos de los hijos el terror y el desespero en los padres.
Los padres deben saber decir NO. Deben educar a sus hijos en valores. Enseñarles a diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Optar por el bien y rechazar el mal. Darles a conocer no sólo sus derechos, también sus deberes. Ayudarles a llenar su mochila de habilidades sociales para que puedan afrontar con éxito las dificultades que les plantee la vida: resistencia a la frustración, hacer frente a la hostilidad, recibir críticas, ponerse en el punto de vista del otro, formular quejas, pedir ayuda…
Ayudemos a nuestros hijos para que ejerciendo autodominio sean dueños de sí mismos y no sean hijos sometidos a su propia tiranía.
Grupo Areópago
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