Hace pocos días, en Toledo (España), un gesto de heroísmo de un policía fue capaz de salvar una vida, algo que siempre es motivo de orgullo para una comunidad. Una mujer, presa de un momento de desesperación se lanzó al río Tajo para suicidarse. Algunos testigos avisaron rápidamente a las autoridades y una patrulla policial se presentó rápidamente aguas abajo y vieron como las aguas arrastraban a la mujer hacia la presa, que hubieran acabado con su vida. Uno de los agentes, se lanzó al agua para sujetar a la mujer y evitar que se precipitara hacia la presa, pero una vez sujeta, la fuerte corriente les impedía volver a la orilla y amenazaba con arrastrarlos a los dos. Tras unos largos minutos de angustia, los bomberos llegaron al lugar con el equipo adecuado y rescataron a la mujer y al policía.
Este suceso pone ante nuestros ojos varias realidades que invitan a la reflexión.
En España, el suicidio se mantiene desde hace unos años como la principal causa externa de muerte, siendo la primera en los hombres y la tercera entre las mujeres (según datos del Instituto Nacional de Estadística), sin que haya medidas claras para atajar este problema de salud pública (así lo ha definido la Organización Mundial de la Salud). Al contrario, parece que las medidas se toman para favorecerlo, despenalizando el suicidio asistido, a veces bajo el dulcificado nombre de eutanasia.
Sin embargo, como quedó patente en el suceso comentado, la sociedad y la autoridad pública se vuelcan de forma natural en defender una vida, incluso cuando esta vida ha sido puesta en peligro por un deseo suicida, muchas veces impulsado por la desesperación de un momento o por un episodio de enfermedad. Incluso hay quien, como en este caso, se juega su propia vida por la de defender la de otra persona.
No podemos menos que felicitar a este policía que arriesgó su vida por salvar otra, porque esa generosidad construye humanidad, y desear la rápida recuperación física y anímica de la mujer, porque gracias a la colaboración ciudadana y a la generosidad de policías y bomberos, tiene ante sí una segunda oportunidad para vivir.
GRUPO AREÓPAGO
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