Como cada año el primer día del mes de mayo en todo el mundo se celebra la Fiesta de los Trabajadores, y además para los católicos también la Fiesta de San José Obrero.
Las normas de las autoridades para combatir el virus no van a permitir las tradicionales manifestaciones de los sindicatos en las calles de nuestro país con la presencia de pancartas, banderas y mítines. Pero la pandemia no va a impedir a la Iglesia seguir afirmando que el trabajo, clave de la cuestión social, siga en el centro de su doctrina social con sus principios básicos: la prioridad del trabajo como actividad humana frente al capital, la pobreza consecuencia en numerosos casos de la falta de empleo o de la falta de derechos vinculados al mismo, el derecho de todas las personas a un empleo, la defensa del trabajo decente… Estos principios tienen mayor vigencia en estas circunstancias pues por desgracia las consecuencias de la pandemia no son sólo las más difundidas por los medios de comunicación -todas gravísimas porque suponen enfermedades y muertes, angustias y soledades – están también las consecuencias económicas que han agravado aún más si cabe las condiciones de vida y trabajo de muchísimas familias cuya fuente principal de ingresos necesarios para vivir proceden de un empleo bien reglado o bien sumergido.
La aplicación de los expedientes de regulación temporal de empleo ERTE han provocado que muchas familias que vivían con salarios muchas veces insuficientes se vean abocadas a pedir ayuda para poder atender sus necesidades porque el cobro de las prestaciones a las que tienen derecho se están demorando en el tiempo. Esto en el mejor de los casos porque otras muchas familias que se sustentaban de los ingresos por empleos en la economía informal o sumergida se encuentran sin nada- ni siquiera prestaciones- de la noche a la mañana.
Las consecuencias económicas de la pandemia han puesto encima de la mesa algunos temas de gran importancia que merecen un debate serio para que la organización de la vida social permita a las personas vivir con dignidad:
Uno de ellos es el ingreso mínimo vital (no confundir con la renta básica universal) algo parecido a lo ya implantado en distintas comunidades autónomas bajo denominaciones diferentes, o bien ayudas extraordinarias mientras dure la pandemia garantizando que en todos los hogares se cuente con los medios económicos imprescindibles para vivir.
Otro es la necesidad de un acuerdo para que gobiernos, partidos, organizaciones empresariales y sindicatos trabajen unidos apoyando la supervivencia de los autónomos y de las pequeñas y medianas empresas facilitando la actividad productiva, y así se reponga y cree el empleo necesario a fin de que todas las familias tengan recursos suficientes para atender sus necesidades. Ligado a éste, la revisión del actual modelo productivo y el reforzamiento del llamado Estado de Bienestar que desarrolle los derechos y deberes recogidos en nuestra Constitución que define a España como un estado social de derecho.
José María Martín Alguacil.
Presidente de la Hermandad Obrera de Acción Católica HOAC de Toledo.
Grscias. y saludos.