Muchas mujeres luchan por defender lo que podríamos llamar un buen feminismo o feminismo moderado, algunas incluso hablan de un feminismo radical intentando hacer referencia a la verdadera raíz del ser mujer, de lo femenino. Ven necesario, y parece de sentido común, que la mujer ocupe o se posicione en el mundo en un lugar más acorde a los tiempos. En paralelo, otros modelos de feminismo se mueven en un índice de menor a mayor nivel de revolución, y de ruptura con un prototipo de mujer anticuado, según su punto de vista. Luchan también por la mujer, pero bajo el criterio de que el hombre, en sí mismo, es impedimento para el desarrollo de la mujer y considerando, entre otras cosas, que la maternidad también supone un obstáculo para que la mujer alcance sus metas.
Entramos de lleno en la lucha de sexos que nos lleva a la continua victimización de la mujer, a la confrontación continua, a la famosa discriminación positiva (ser mujer es suficiente, no hay que demostrar nada más). No vamos a negar que la dignidad de la mujer ha sido objeto de discriminación y de muchas injusticias y que todavía hoy existen muchos lugares donde el ser mujer equivale a tener menor relevancia en la vida pública y privada que el hombre.
Si pensamos en un hombre machista enseguida nos viene a la mente un tipo prepotente en general, pero fundamentalmente con las mujeres, una persona que solo piensa en sí mismo y en su propio bienestar y que se desentiende de responsabilidades familiares, lo que le permite disponer de tiempo para sus hobbies más o menos virtuosos, según cada cual. Algo de lo que los movimientos feministas se quejaban ya en el siglo pasado era de esa doble vara de medir que consistía en ver con buenos ojos la vida disoluta de los hombres mientras se criticaba o difamaba a las mujeres con más o menos vida social. En cualquier caso, estaremos de acuerdo en que ese tipo de hombre no es precisamente modélico, y sin embargo es a lo que la “liberación de la mujer” aspiraba ¿No se nos representa algo parecido cuando hablamos de una mujer feminista? Lo primero es su realización personal en todos los ámbitos posibles y cualquier carga familiar se evita, se relega o se tolera con poca resignación.
Resulta cuanto menos sorprendente que alguien quiera comportarse como aquellos que se portan mal contigo, que te causan un daño, es decir, que quieras para los demás lo que no quieres para ti. Pero esta es una debilidad humana que ha traspasado las fronteras de adolescentes e inmaduros para instalarse en todo tipo de grupos humanos y de sus reivindicaciones.
¿Sería arriesgado preguntarnos por qué tiene que ser bueno el feminismo si el machismo no lo es? ¿Esa especie de narcisismo grupal que se esconde tras la prepotencia masculina con respecto, generalmente hacia las mujeres, tiene que ser menos tolerado y más reprimido que el ansia permanente por la liberación y el autodesarrollo femenino? Lo más sensato puede que fuera moderar ambas inclinaciones humanas tendentes a mirarse al propio ombligo, y empezar a fijar la mirada en el otro para poder verlo como la ayuda, el complemento, el hermano que realmente es.
GRUPO AREÓPAGO
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