¿Es ético elegir quién vive y quién muere?

La pandemia del coronavirus COVID-19 está desbordando la asistencia sanitaria en los hospitales del mundo entero.  Esto lleva a temer que, ante el colapso de los hospitales, podría llegarse a que se tuviera que elegir a qué pacientes se atiende y a quienes no. En concreto, en Italia, según han informado algunos medios de comunicación, se ha optado por garantizar tratamientos intensivos a pacientes con mayor probabilidad de éxito terapéutico.

Esto no es nuevo, en el año 1962, en Seattle (EEUU), se puso en marcha el tratamiento de la hemodiálisis, si bien no había las máquinas suficientes para que pudieran recibir tal tratamiento todos los pacientes que lo necesitaban. Ello hizo que se creara un Comité que decidía quién debía vivir y quién debía morir, por lo que se le llamó el Comité de la vida y la Muerte.

Espeluzna pensar que en cualquier país del mundo e incluso en  el hospital más cercano a nuestro domicilio, ante esta pandemia, el personal médico o un Comité se viera obligado a tener que elegir quién vive o quién muere, lo que en la práctica se traduce en optar  por quién puede recibir un ventilador mecánico y quién no, a quién se puede ingresar en una UCI  o a quién no.

En este punto, hay que recordar que toda vida humana es digna por naturaleza, por lo que no puede privilegiarse a aquellos pacientes con mayor esperanza de vida, ello es un criterio claramente utilitarista.

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La pandemia se acelera, urge por tanto acelerar las medidas necesarias para que pueda lucharse por toda vida humana.  De hecho, el Ministerio de Sanidad ya ha admitido la «sobrecarga» y «presión» en la UCI de determinados hospitales les está obligando a ser «un poco más restrictivos» a la hora de admitir pacientes, en palabras del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón.

La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias, con el respaldo de la Sociedad Española de Medicina Interna, avala establecer «un triaje basado en la justicia distributiva» en el ingreso de los pacientes, en base a criterios como la edad o la esperanza de vida, ya que se prevé que el coronavirus produzca un desequilibrio entre las necesidades clínicas y los medios disponibles. De este modo lo recogen en el documento “Recomendaciones generales relacionadas con las decisiones éticas difíciles y la adecuación de la intensidad asistencial/ingresos en las unidades de cuidados intensivos en situaciones excepcionales de crisis”

Tales medidas evidencian que ante la escasez de medios, se puede llegar a la temida selección de pacientes. Que impotencia debe sufrir el personal sanitario, trabajando en turnos agotadores, sin apenas medios, ni siquiera de protección para ellos mismos. Tener grandes profesionales sanitarios y escasos recursos, simplemente, no se entiende.

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Pedimos al  Gobierno que ponga todos los medios necesarios y garantice la salud de todos sus ciudadanos, sin excepciones, sin olvidar su obligación de  atender a la población más vulnerable, pues todos y cada uno de los enfermos son dignos de ser atendidos, y nadie puede ser descartado como indigno de vivir.

GRUPO AREÓPAGO

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