¿Objetos o personas?
Ha sido noticia este verano que el consulado español en Kiev dejó de tramitar visados a los bebés allí nacidos a través de vientres de alquiler, por lo que desde entonces más de una treintena de parejas españolas no pueden regresar a sus casas con esos bebés.
A ello se suma la noticia de que la clínica Biotexcom de Kiev ha sido clausurada y su dueño detenido por existir indicios de tráfico de menores, clínica destino principal de españoles que buscaban un vientre de alquiler. El precio por embarazo oscilaba entre 30.000 y 49.900 euros y se abonaba a través de paraísos fiscales.
Nuevamente se olvida parte de nuestra sociedad que un hijo es siempre un don, no un derecho de los padres y que en nuestro ordenamiento jurídico la práctica de la maternidad subrogada está totalmente prohibida.
Es fácil tocar la fibra sensible de la sociedad reconduciendo nuestra atención al problema de esos padres que no pueden regresar a sus hogares desde Ucrania con sus bebés, en un intento más de normalizar las conductas de aquellos que eluden la ley española viajando a otros países a conseguir el hijo, a cambio del pago de un precio. Las agencias que se dedican a tramitar esta práctica, y que cobran por sus servicios, se encargan de legitimar su actividad a través de estrategias de marketing.
Se evita sistemáticamente toda valoración moral al respecto, para eludir que, en estas prácticas, el niño pasa a ser un objeto, algo que tiene un precio y que se adquiere sin más a través de una compra, lo que supone claramente cosificar al hijo.
Es imposible justificar de manera alguna el hecho de que los hijos sean tratados como objetos, como meras mercancías, con el fin de cubrir los deseos de los adultos.
¿Nos escandaliza la cruda realidad de que a través de la maternidad subrogada o vientres de alquiler se compra un ser humano? ¿No será que nos estamos acomodando a la visión del todo vale con tal de conseguir nuestros deseos?
GRUPO AREÓPAGO
Sentido común
El pasado fin de semana ha sido planteada formalmente una hipótesis sociológica muy interesante. La confirmación se ha producido en un contexto insospechado: la reunión de un partido político para designar a su presidente. Efectivamente, el candidato elegido por los compromisarios, en su discurso inicial, propuso como una de sus líneas de actuación “un compromiso con las políticas de familia, de natalidad, de incentivo a la conciliación, de interés contra la despoblación que sufren muchas de nuestras Comunidades Autónomas y de nuestras provincias”. La reacción no se ha hecho esperar. Desde el resto de formaciones el conjunto del mensaje ha sido interpretado como “giro a la derecha”, “derechización” o “vuelta de la extrema derecha”.
Ello ha conducido rápidamente a un grupo de sociólogos a abrir una investigación de alto nivel. Se ha tomado como referencia un país, España, con el índice de natalidad más bajo de la Unión Europea, donde los estudios demográficos ponen de manifiesto que no está garantizado el relevo generacional y, por tanto, tampoco la posibilidad de mantener el Estado de Bienestar. Como campo de pruebas se han seleccionado algunas de las iniciativas normativas y de las políticas públicas recientemente adoptadas. En primer lugar, la Proposición de Ley sobre la Eutanasia, presentada por el partido de Gobierno y admitida a trámite con el apoyo de los restantes partidos que se autoproclaman de izquierdas, con la que se pretende introducir en el ordenamiento jurídico el libre derecho a elegir la propia muerte. En segundo lugar, la crítica desde estos mismos sectores al modelo de familia por ellos denominado despectivamente “tradicional” —basado en la unión de hombre y mujer abierta a la vida—, y la propuesta como alternativa de un conjunto de políticas públicas basadas en la ausencia de apoyos a las familias numerosas, en el fomento de las familias monoparentales y en la consideración como familia de las uniones civiles entre personas del mismo sexo. En tercer lugar, la consolidación de Ley, aprobada hace algunos años, que permite el aborto libre basado en la decisión de la madre sin la existencia de alternativas ni ayudas públicas para aquéllas mujeres que se plantean la posibilidad de continuar con un embarazo no deseado. Por último, y a pesar de que los partidos del entorno de la izquierda se califican a sí mismos como “partidos de los trabajadores”, la inexistencia de políticas reales de conciliación de la vida familiar y laboral y la ausencia de reflexión alguna sobre la llamada “brecha de maternidad” que sufren las mujeres que optan por ser madres y, por ello, ven perjudicadas sus opciones de promoción profesional.
Tales hechos, entre otros, son la base sobre la que estos sociólogos han formulado la siguiente hipótesis: ¿El sentido común está a la derecha? Confían en ofrecer resultados provisionales en los próximos meses.
GRUPO AREÓPAGO
Valorar la vida
“Qué bonita la vida” es el título de la canción que lanzó a un conocido cantautor español hace ya varios años. ¡Qué regalo más grande!, se escucha en uno de sus emotivos y contradictorios versos cargados no sólo de magia y belleza, sino también de profundidad existencial. Sí, efectivamente, qué bonita es la vida y qué regalo tan grande. Por eso la valoramos: porque la vida no es cualquier cosa, ni es solo una cosa valiosa entre otras muchas, sino que vale por lo que representa para cada persona. Porque vivir no es sólo biología, que también, sino sustancialmente biografía -personal y también social-: la tuya, la mía, la nuestra, la vuestra, la de ellos. Y porque gracias a ella podemos gozar, amar, disfrutar de la belleza, cuidar a otros, transmitirla…Por eso la valoramos por encima de cualquier cosa y de forma tan radical.
Y por ello, en un tiempo tan convulso como el nuestro, donde se la maltrata tanto y donde sufre tantas agresiones, se pide a los gobernantes que legislen para hacerla más digna y más respetable: en una palabra, más humana. Y ellos de alguna manera, ante esta demanda, responden bien en muchas facetas y ámbitos de la convivencia. Precisamente por eso resulta muy difícil de entender la competición -a ver quién lo hace antes- en la que han entrado ciertas fuerzas políticas de nuestro país para legalizar la eutanasia o suicidio asistido como un derecho individual y que sea prestado por la Seguridad Social; como ya hace años se hizo con el aborto, presentándolo como un derecho de la mujer.
Son muchos e importantes los interrogantes que suscita esta pretensión: ¿Por qué presentarlo justificándolo a través del factor emocional del sufrimiento de la persona? ¿Acaso no hay otras opciones generadas por los avances médicos para paliar este sufrimiento y que aún no están debidamente legisladas y extendidas? ¿Acaso su legalización no podría llevarnos a la “pendiente resbaladiza” de una creciente tolerancia social que podría desembocar en la muerte inducida de personas vulnerables simplemente porque estorban? ¿O generar situaciones de presión emocional sobre el enfermo por parte del entorno (familia) o del sistema sanitario? ¿Por qué un partido político que hace un año estaba en contra de su despenalización hoy está a favor? ¿No suena a electoralismo y por tanto a irresponsabilidad?…
El valor radical que damos a la vida nos lleva a afirmar con Wittgenstein: “Si el suicidio está permitido, todo está permitido. Si algo no está permitido, entonces el suicidio no lo está. Esto ilumina lo que es la ética…”
GRUPO AREÓPAGO
¿Por qué no somos más?
Domingo de esta recién estrenada primavera. Las calles de Madrid empiezan a vibrar envueltas en la actividad propia de cada fin de semana: paseos tranquilos, desayunos prolongados en las primeras terrazas que abren sus mesas a turistas y paisanos que hoy no viven bajo el agobio del reloj.
Muchas personas caminando sin prisa, pero sin pausa, acompañadas de su familia y amigos, hacia el evento que les ha traído hasta aquí: una marcha para celebrar y defender la vida. Antes de llegar al punto de encuentro, en el camino hacia allí se cruzan con otro evento. Se trata de una manifestación en la que se reivindican pensiones justas.
Y apenas se ha andado quinientos metros, hay un numeroso grupo de personas que se han concentrado para promover el respeto a la vida de los animales y hacer caer en la cuenta a la sociedad de la importancia de erradicar el maltrato animal.
Por fin se llega al destino. La Marcha del Sí a la Vida. Hay ambiente de fiesta y eslóganes que recuerdan que cada vida importa.
La reacción de todos los que se cruzan por el camino son diversas. Hay sonrisas llenas de ironía; en otros hay, sin embargo, gestos de adhesión a esta causa. ¿Por qué no somos más? ¿Por qué no se unen los que están pidiendo pensiones más justas en un contexto de desierto demográfico, y los que luchan por evitar el maltrato animal? La defensa de la vida humana debería reunir a muchas más personas. Muchas personas que valoran la vida como un don. Los testimonios con los que concluye la marcha ponen de manifiesto que importa luchar por la vida humana. Testimonios como los de un joven con síndrome de Down: veinticinco años, trabajo fijo, entusiasta del deporte, etc. Un joven luchador. Sin embargo se estima que en España cada año deberían nacer setecientos niños con síndrome de Down, y sólo nacen setenta. Seiscientos treinta son abortados. Seiscientos treinta abortados. Conviene repetirlo porque no se conoce.
¿Qué nubla nuestro entendimiento? ¿Cuál es la causa de esta frialdad en nosotros ante la causa de la defensa de la vida? ¿Por qué no somos más? Si la vida de un ser humano indefenso en el vientre materno, en el final de su vida, en la enfermedad o pobreza no nos moviliza, entonces cualquier cosa es posible. Ha llegado el momento de defender lo evidente. Ha llegado el momento de movilizarse y gritar allá donde estemos ¡Sí a la Vida!
GRUPO AREÓPAGO
Vivo con un perro
“¿Cómo hago para saber si puedo confiar en alguien? Si ladra, es confiable al 100%”. Esta frase pertenece a una viñeta del personaje Snoopy y su amigo Charlie. Una frase sencilla que parecía surrealista y cómica se está volviendo ya una realidad. En marzo de 2017 se publicaba un titular “En A Coruña hay ya más perros que niños de entre cero y nueve años“, y de nuevo en marzo de 2018 se divulga la siguiente noticia “Una ciudad de perros: en Madrid hay el doble de canes que de niños menores de 5 años”.
Titulares que demuestran que la sociedad está cambiando; el mundo ya no es lo que era y claro que no lo es; hay más perros que niños pequeños. Son más importantes los perros que los niños. Los animales de compañía están sustituyendo a las personas, y últimamente es una de las alternativas a tener hijos. Los perros dan menos problemas que los hijos, y queremos vivir tranquilos, sin complicaciones. Los hijos generan inconvenientes, gastos, problemas…tantas cosas que si se miran desde el punto de vista egoísta son todas malas.
Es evidente que la gente no quiere vivir sola, necesita compañía pero aunque no quiere cuidar de sus hijos o de sus personas mayores sí prefiere atender a sus mascotas. Es más fácil la convivencia con un perro que con un bebé o con un anciano. Los animales también necesitan atenciones como visitas al veterinario, a la peluquería canina, paseos, comidas, domesticación, etc… pero pese a todos estos cuidados generan menos problemas que una persona. Si se busca sólo la comodidad y el vivir tranquilos, compensa tener un perro.
¿Pero dónde está el problema? ¿Qué está pasando? ¿Por qué es más fácil convivir con una mascota que con otra persona? No se puede dar a las mascotas el lugar más importante de una casa. Una vida humana no se puede sustituir con un animal. El futuro de la sociedad pasa por tener hijos. El problema tiene raíces muy profundas y que ponen de manifiesto que no hay capacidad de tener un hijo porque no se tiene capacidad de amar. No se tiene capacidad de amar porque la sociedad está llena de adultos que no han superado la adolescencia, y no han construido su autoestima. Su capacidad de amar es infantil; sin capacidad de adquirir un compromiso como es la paternidad y por lo tanto no hay compromiso tampoco de amor. Resultado: más perros que hijos.
GRUPO AREÓPAGO
La deshumanización del hombre
El pasado 12 de diciembre el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad la admisión a trámite de la proposición de ley relativa a las reformas necesarias para la modificación del Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil. La proposición de ley busca eliminar la cosificación jurídica de los animales y que estos sean considerados como “seres vivos dotados de sensibilidad». En esta reforma «se introducen en las normas relativas a las crisis matrimoniales preceptos destinados a concretar el régimen de custodia de los animales de compañía». Para ello se «contempla el pacto sobre los animales domésticos y se sientan los criterios sobre los que el juez debe tomar la decisión de a quién entregar el cuidado del animal».
Esta reforma que ha sido publicitada en los medios, debe llevarnos a la reflexión. Es cierto y evidente que como expresa el Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si” número 130: «es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas”, pero en nuestras sociedades se está dando todo un proceso de humanización de los animales que en muchos casos están ocupando un vacío afectivo. Muchas parejas deciden por tener una mascota que sustituye el papel del hijo.
Casi en el mismo periodo de tiempo, un diario recogía la entrevista realizada a parejas antinatalistas. Allí se podían leer frases como las siguientes: “Considero que tener un hijo es un acto egoísta que responde sólo a los intereses de los progenitores”; “Vivir es sufrir, y quien no existe no sufre”; “Estoy de acuerdo con que la especie humana es monstruosa y está causando un daño irreparable a otras especies y al planeta”.
Como dice el refrán popular: “Quien siembra vientos, recoge tempestades”. Los vientos de la falta de aprecio a la vida, la falta de una jerarquía de valores y virtudes ordenada y que ponga al hombre en el centro de las actuaciones públicas, desde la política, las iniciativas sociales, etc, nos trae la tempestad de esta cultura de muerte que niega la vida al hijo sencillamente porque otras especies están en peligro de extinción.
Estamos humanizando otras especies, mientras que a pasos agigantados deshumanizamos al hombre.
GRUPO AREÓPAGO
25 de diciembre. La VIDA en Belén
¡Qué privilegio poder escribir sobre el don de la vida en el día de Navidad! Eso es lo que viene a la mente en el momento de empezar a escribir este artículo.
La imaginación vuela a Belén, tantas veces descrito, pensado, orado y representado en diversos momentos de la historia y en muchos rincones del planeta.
Una mujer y un hombre muy jóvenes, con otros planes para sus vidas y para el nacimiento de su bebé; lejos del hogar, de parientes y conocidos, lejos de comodidades y de todo lo que normalmente acompaña al nacimiento de un hijo.
El calor de una mula y un buey, el silencio de la noche, la luz de la luna y el momento del parto. Imaginamos a María colocando al hijo en aquel pesebre y a José tratando de hacerse cargo de madre e hijo.
Pronto aparecieron los primeros adoradores: sencillos pastores. No hay que olvidar que lospastores, juntamente con los publicanos, eran considerados oficialmente como ilegales y proscritos. En la época de Jesucristo, a los pastores, dice León Dufour, se les asemejaba a ladrones y matones.
No sabemos cuánto tiempo después aparecieron aquellos Magos extranjeros buscando al Rey de los Judíos.
En Belén por tanto se dieron cita la VIDA, la pobreza, la alegría, el misterio, los excluidos, el dolor, la esperanza. A Belén llegaron los que no contaban, los que no pertenecían al pueblo elegido, los más sencillos. Ellos sí estuvieron disponibles para dejarlo todo y ponerse en camino y rendirse ante el milagro de Dios hecho bebé.
Hoy en día son muchos los nuevos “pastores”, demasiados los excluidos. Como también son muchos los que, como el Rey Herodes, sólo buscan el beneficio personal en esta sociedad. La pregunta que hemos de hacernos todos es: ¿Por qué fueron ellos capaces de reconocer la VIDA y el don que supone cuando en principio eran los menos adecuados, en la cultura dominante del momento, para descubrirlo? Humildad. Esa es la clave. Cuando uno está ante el misterio de una vida que empieza, o que termina o que se ve gravemente limitada por la enfermedad, la discapacidad, las condiciones precarias, si en el corazón no hay humildad, podemos llegar a creernos que efectivamente podemos “ser como Dios” y decidir qué vida es digna y cual no lo es. Qué vida descartar y cual es merecedora de seguir adelante.
Esta Navidad es una oportunidad para que todos, los nuevos Herodes y los nuevos Pastores, nos dejemos envolver y atrapar por el Misterio de este Dios de la Vida que se esconde en la sonrisa y el sollozo de un bebé. Él se hizo niño para todos nosotros, creamos o no. Quiera Él que, como pastores y magos, dejemos nuestros criterios para salir en busca de la verdad.
GRUPO AREÓPAGO
Como cada día 25
Como cada día 25, el artículo del grupo Areópago tiene como tema central la defensa de la vida. Hoy es 25 de noviembre y se celebra el DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
En esta sociedad de la que formamos parte, cuando hablamos de violencia contra la mujer, rápidamente vienen a nuestra mente escenas en las que aparece un hombre (por así llamarle), golpeando, insultando, amenazando, incluso y por desgracia, quitando la vida a una mujer. Es evidente que cada mujer que cae herida o sin vida por la violencia de un hombre merece toda nuestra atención y que debemos hacer todo lo posible para que no se dé ni un caso más de ningún tipo de violencia.
Pero curiosamente, cuando se habla de mujeres víctimas de violencia, nunca se habla de los miles de mujeres asesinadas por el aborto, ni de las que son víctimas de él cuando por diversas y múltiples circunstancias se ven abocadas a tomar esta dramática decisión.
Hay un dato para muchos desconocido y que conviene traer a colación. Las pioneras del movimiento feminista, aquellas mujeres que iniciaron una loable lucha por la defensa de los derechos de la mujer, eran profundamente contrarias al aborto. Paul Alice, líder de la campaña que luchó por el reconocimiento del derecho al voto de la mujer en Estados Unidos, llegó a afirmar que “el aborto es lo último para abusar ilegítimamente de la mujer, el aborto es violarte hasta las entrañas”.
En el fondo de este relativismo que nos envuelve, en el fondo de la ideología de género que impregna leyes, movimientos, comunicación, información, hay de nuevo una tremenda dictadura, en la que los fuertes siguen abusando de los débiles. Pierden toda fuerza moral los que en aras de la defensa de la mujer, quieren protegerla del maltratador olvidando que no hay mayor maltrato que abocar a estas mujeres a tomar la decisión de acabar con la vida de su hijo (falta de ayudas sociales, falta de mensajes de refuerzo positivo en el momento del embarazo inesperado, falta de compromiso real con la maternidad, etc). Cuando, en el tú a tú con una mujer que ha abortado, puedes captar su profundo dolor, su rabia, impotencia, ira, sabes que aquella mujer ha sido sin duda víctima del mayor de los maltratos. Y su hijo/a también.
El rechazo de la violencia contra la mujer debería integrar también la ejercida por omisión ante situaciones de riesgo de aborto.
GRUPO AREÓPAGO
El derecho a la vida (de otros)
“¡Quiero ser padre! Busco chica joven, alta y con estudios para gestación subrogada. Si estás interesada manda e-mail”. Este es, literalmente, el tweet con el que un ex concursante de un programa de televisión muy popular se dirigía a sus seguidores para comunicar que quería conseguir un hijo por medio de la mal llamada gestación subrogada.
Este tema se ha convertido en una de las nuevas cuestiones de debate político como consecuencia de la iniciativa de un de partido nacional de regularlo en nuestro país.
En una sociedad cada vez más consumista y sin valores, la trivialización de la vida puede alcanzar extremos insospechados. En esta ocasión, se trata de reconocer el derecho a ser padre disponiendo de la vida de un tercero engendrada con la colaboración de una mujer que cede su vientre a tal fin. El hijo se convierte así en un producto, en un objeto de consumo que se consigue en el mercado, previo pago del precio estipulado. De hecho, basta con hacer una búsqueda en Google para conocer diferentes ofertas y precios.
¿Dónde queda el bien del niño? ¿Cuál es la posición de la madre natural durante la gestación y tras el parto? ¿Por qué no potenciar la adopción legal, liberándola de la pesada burocracia que la caracteriza en nuestro país, para que los ya nacidos puedan tener una familia?
Hemos de ser capaces de reaccionar frente este tipo de propuestas, pues encierran un evidente ataque contra la dignidad del ser humano: la de la madre natural, que alquila su vientre y renuncia al amor por su hijo, criatura suya, a cambio de un precio; la del niño, que no será el fruto del amor de sus padres, sino de un negocio jurídico; e, incluso, la de los propios compradores, incapaces de concebir la vida como un don y la paternidad como una decisión compartida y responsable. De lo contrario, seremos cómplices de una nueva forma de esclavitud.
GRUPO AREÓPAGO
¿Cuándo es noticia la vida?
¿Sabías que en Wikipedia se pueden consultar los fallecimientos más destacados en el mundo hasta una fecha reciente? Hasta junio de 2017, según Wikipedia, habían muerto 552 personas importantes para este portal de internet. No ocurre lo mismo con los nacimientos, no hay lista de nacimientos destacados. Lista vacía.
Esto hace preguntarse ¿Cuándo es noticia un nacimiento? Cuando somos hijos de un personaje famoso o celebridad o de una persona de la alta nobleza. Cuando nacemos con alguna enfermedad rara o con alguna característica especial. Cuando nacemos camino del hospital, en un taxi o en la montaña. Cuando hay algo extraordinario en el nacimiento: mujer da a luz en plena calle. O cuando el Instituto Nacional de Estadística publica una vez al año los resultados de nacimientos en España. Son algunos ejemplos que ponen de manifiesto cuando un nacimiento entra dentro de la agenda del día de los medios de comunicación. Una noticia es noticia para los medios si el tema es cercano, si es polémico, si es negativo y si es extraordinario.
No hay duda, aunque hay quienes todavía lo cuestionan, que desde el momento de la concepción se inicia la vida. Esto ya es noticia. Una buena noticia que hay que celebrar. Enhorabuena deberíamos decir a las madres embarazadas.
El nacimiento de un bebé es una noticia maravillosa y extraordinaria que debe ser transmitida a los demás con alegría y a bombo y platillo. ¿Por qué no un apartado en los medios de comunicación de nacimientos? Igual que hay de fallecimientos o de enlaces, ¿por qué no el nacimiento? No hay mayor alegría que nacer.
La vida es un regalo de Dios; es esperanza, es alegría. Como decía Santa Teresa de Calcuta “la vida es amor, gózala”. Todos podemos ser portadores de noticias sobre la vida. Anunciémosla. Somos altavoces de la vida, cada uno en sus ambientes.
GRUPO AREÓPAGO
Morir por decreto, vivir por amor
Charlie Gard. Es el nombre de un niño británico de apenas 11 meses con una severa enfermedad mitocondrial que conlleva que su pequeño cuerpo no pueda generar suficiente energía para sus músculos, órganos y cerebro, lo que le impide ver y oír.
Sus padres, que apuestan sin reservas por su vida, han averiguado que existe un tratamiento experimental en Estados Unidos que podría ayudar a su hijo. Sin embargo, los médicos del hospital en el que se encuentra internado consideran que el niño posee un daño cerebral irreversible.
El caso ha llegado a los Tribunales a instancias del propio hospital, que ha solicitado la retirada del soporte terapéutico que recibe. Aunque todas las instancias judiciales han dado la razón al equipo médico, ordenando la desconexión de Charlie, se ha abierto una nueva esperanza: el Juez que conoció de asunto en primera instancia, sobre la base de nuevos informes aportados por especialistas de diferentes partes del mundo, ha pedido al Tribunal Supremo la reapertura del caso.
En esencia, la batalla legal se resume en si el interés del paciente, por los graves daños que padece, exige la retirada del tratamiento o, por el contrario, resulta proporcional la aplicación nuevos tratamientos que podrían mejorar la situación con un porcentaje de éxito razonable. Muerte segura o esperanza de vida.
Desde el punto de vista ético, el debate es más profundo. Tal y como ha señalado la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, la ventilación asistida que recibe el pequeño, junto con la alimentación, no es un tratamiento, sino atención sanitaria básica. Privarle de ella sería intervenir activamente para acabar con su vida. La clave está en decidir si es proporcional continuar con esa asistencia teniendo en cuenta el estado de salud en general, el sufrimiento del paciente, los daños reales que sufre y la proximidad o no de la muerte natural. No cabe prolongar artificialmente la vida de un ser humano porque ello es contrario a su dignidad.
En el caso concreto, todo apunta a que los daños no son irreversibles precisamente por la posibilidad de aplicar nuevos tratamientos y a que la muerte natural no es inminente. Todo ello, sumando a la firme voluntad de los padres, hace difícilmente comprensible el empeño del equipo médico y la decisión inicial de los diferentes Tribunales.
La vida humana es inviolable. Tiene un principio natural y debe tener un fin igualmente natural. Entre tanto, no puede faltar la atención básica –hidratación e higiene– con independencia del estado de salud.
Charlie ha tenido la “suerte” de que el empeño y el amor de sus padres han hecho que su caso sea conocido y llegan ofertas de ayuda desde múltiples lugares. Pero hay muchos otros casos en los que no es así. Existiendo los medios, en un mundo globalizado, ¿por qué no apostar siempre por la vida en lugar de hacerlo por la muerte?
GRUPO AREÓPAGO
Vida digna, muerte digna
En Colombia, un joven de 19 años trata de quitarse la vida con una soga ante una gravísima situación económica; piensa que su vida no vale la pena. Sin embargo, un agente de policía le ofrece ayuda y le convence de que vale la pena seguir viviendo.
En China, un chico de 16 años está a punto de suicidarse arrojándose desde un puente. La separación de sus padres y la gravísima enfermedad de su hermana le han llevado a tomar esa decisión; se encuentra solo y su vida no tiene sentido. Pero una mujer se le acerca, habla con él, lo abraza y evita su suicidio.
Desde Palma de Mallorca, se hace viral la foto de un policía local abrazando a un joven desesperado que había decidido quitarse la vida y al que salva en el último instante animándole a seguir adelante con esperanza.
Estas escenas se repiten con cierta frecuencia. Personas que han decidido suicidarse porque piensan que su vida no vale la pena y que se encuentran con otras personas que les responden: “yo creo que tu vida sí vale la pena”. La sociedad suele aplaudir la actuación de quienes salvan vidas en estas circunstancias, e incluso considera héroes a policías, bomberos, psicólogos o personas de a pie que, en ocasiones arriesgando su vida, testimonian a quien había decidido suicidarse que les importa su vida, que su vida sí tiene sentido.
Por contraste, se repiten también escenas en las que otras personas han decidido suicidarse porque piensan que, por razón de su enfermedad, discapacidad o de su edad, su vida no vale la pena. Sin embargo, no encuentran a nadie que les responda: “yo creo que tu vida sí vale la pena”. Los que encuentran a su alrededor se limitan a preguntarle si su decisión voluntad es autónoma e informada, les animan a poner esa voluntad por escrito y les garantizan que van a luchar por su “derecho” a morir. Sin palabras, les están contestando: “Efectivamente, tienes razón; tu vida no vale la pena”.
Ante una situación de sufrimiento, soledad, desesperanza y falta de sentido de la vida, dos personas deciden suicidarse. Una es joven y sana, por lo que intentamos darle consuelo, ánimo, apoyo y cercanía; en definitiva, tratamos de que se sienta querida y valorada. Otra es anciana o enferma, por lo que nos limitamos a preguntarle si ha tomado la decisión autónomamente y a facilitarle la muerte; es decir, aplicamos fríamente un protocolo. La diferencia no está en la decisión de desear morir, sino en la respuesta de la sociedad.
Toda persona humana puede reaccionar con desesperación ante el sufrimiento. Pero toda persona humana, por dignidad, debería poder encontrar en sus semejantes una respuesta de solidaridad, apoyo y consuelo independientemente de su condición física o mental.
GRUPO AREÓPAGO
El hombre nuevo no es natural
No hace mucho tiempo, el papa emérito Benedicto XVI decía a nuestro papa actual que el gran pecado de nuestro tiempo es el ir contra la verdad de la Creación. Así lo manifiestan constantemente numerosas noticias procedentes de diversos países del mundo a las que ya casi no damos importancia. Sin embargo, deberían sorprendernos, porque nos intentan imponer la Ideología de género y la «Cultura de la muerte»: abundan los casos de la erróneamente llamada «violencia de género», de la equiparación del también mal llamado «matrimonio homosexual» al matrimonio verdadero, del pretendido «derecho» a la autodeterminación de género, del «derecho» a adoptar por parte de parejas homosexuales, de las posibilidades de la fecundación in vitropara elegir el hijo perfecto, o de la «compasión» con los enfermos para «acabar con sus vidas», así como la aprobación de leyes que protegen dichas situaciones. Respecto de estos y otros muchos titulares, que siempre versan acerca de comportamientos sexuales o relativos a la procreación o el fin de la vida, cuanto mayor es el empeño en justificarlos con argumentos, más queda de manifiesto su incongruencia con la realidad.
Sin embargo, es tal el cúmulo de noticias que bombardean constantemente las mentes y la vorágine de titulares, imágenes y eventos y en la que nos introduce la vida cotidianaque la gente, nosotros mismos, podemos quedar como anestesiados, impertérritos, ante unos mensajes que no solo se oponen al sentido común, sino que intentan imponer como legítimo, verdadero y único un pensamiento que actúa en contra de lo que es natural en su sentido más auténtico y quiere dañar lo que Dios más ama en su creación visible: el hombre, su imagen en la Tierra. Lo que es aún más grave es que en el mundo de la democracia y los derechos, este pensamiento se presenta como «pensamiento único» y, por ello, se ve a la Iglesia o a cualquier institución «tradicional» como enemiga del «nuevo hombre» que se quiere imponer y busca su sitio en la sociedad; o lo que es peor, busca ocupar el único sitio posible desde el que se gobierna y se hace callar y destruir cualquier voz divergente.
Ante este ataque, que tiene detrás al padre de la mentira y homicida desde el principio, debemos confiar en los medios de la Gracia, pero también en nuestros esfuerzos sostenidos por el mismo Dios de aprender a llamar a las cosas por su nombre, de buscar el verdadero valor de las palabras y de intentar educar en la verdad para que haya libertad. Si Dios ha vencido por nosotros en Cristo a través de la Cruz, también sabemos que podremos vencer nosotros, eso sí, pasando por el misterio de la contrariedad y la persecución.
GRUPO AREÓPAGO
Una mirada a la vida
El día 25 de cada mes tenemos una cita con la vida. Somos defensores de la vida, el don más sublime y sagrado que hemos recibido. La semilla que recibimos y que estamos llamados a cultivar y hacer que se multiplique y de fruto.
¿Y qué podemos decir este 25 de abril sobre la vida? Compartimos con vosotros una mirada a la vida que nos ayuda a entender su grandeza, la necesidad que tenemos de cuidarla en la familia, entre los amigos, y de defenderla en la sociedad; siempre defensores de la vida.
¿Qué mirada es esta? La que nace de la contemplación del momento que hemos dado en llamar “piedad”, ese en el que la Virgen Madre toma en sus brazos a su hijo muerto en cruz. Muchos artistas, que han reflejado este momento, ponen en la mirada, en los movimientos de María un punto de ternura y de esperanza que parece casi ocultar el dolor. Es como si las miradas y las caricias de la Madre dieran de nuevo vida al fruto bendito de su vientre. Aquel momento anunciaba la resurrección, la Vida a la que todos estamos llamados y que construimos cada día con nuestras obras.
Y ¿para qué esa mirada? Pues para ayudar a aquellas madres que no quieren conocer a sus hijos porque no vienen el momento adecuado, o no son tan perfectos como ellas soñaron. Esas madres necesitan de nuestra piedad que se debe convertir en acompañamiento y cercanía, que les ayuden a vencer el miedo, y entender que la caricia de sus hijos por nacer llenarán totalmente su corazón.
Una mirada de piedad a esas familias que tienen tiempo para sus deportes, sus vacaciones, sus fiestas y no tienen tiempo para sus ancianos padres. Todos necesitamos aprender de la sabiduría de los mayores y acoger el amor que sus miradas casi apagadas reflejan. Nuestros mayores, con sus caras llenas de arrugas, nos guían por las sendas de la gratitud.
Una mirada de piedad para nuestra sociedad, tan llena de derechos que olvida a los que no tienen derechos; piedad para una sociedad que cuida más de una mascota que de un abuelo; piedad para una sociedad que tras los nuevos derechos esconde la muerte de inocentes. Piedad para una sociedad que se escandaliza del drama de los refugiados, pero no les abre las puertas.
Puede que hoy nosotros estemos llamados a llevar la esperanza a nuestra sociedad y esta esperanza comienza por un simple gesto de piedad que defienda la vida.
GRUPO AREÓPAGO
Creados para Dios
Cada 25 de Marzo, coincidiendo con la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María, la Iglesia española celebra la Jornada por la Vida. No se trata de una efeméride puramente eclesial; antes al contrario, celebrar la vida tiene como principal finalidad transmitir a la sociedad, a todos los hombres y mujeres que forman parte de ella, la necesidad de cuidar la vida y la dignidad de cada ser humano.
Son muchas las paradojas a las que nos enfrentamos hoy en día. Nos solidarizamos con los síndrome de down al tiempo que nos mostramos indiferentes con la posibilidad de abortar a bebés con esta anomalía genética; valoramos la experiencia y la veteranía al tiempo que despreciamos a nuestros mayores, considerándolos ciudadanos de segunda; mostramos nuestra repulsa por las guerras, los ataques terroristas o la violencia contra colectivos minoritarios al tiempo que sembramos odio, con nuestros comportamientos y actitudes, contra quienes están a nuestro lado.
Estos son simplemente algunos ejemplos, con los que muchos podemos sentirnos identificados, que ponen de manifiesto una realidad: la vida sólo tiene pleno sentido si se contempla desde la Vida, con mayúsculas.
Efectivamente, es la luz de la fe la que permite detectar en nosotros estas incoherencias y nos marca el camino para luchar contra ellas y tratar de corregirlas; es la contemplación del misterio de la encarnación de Jesucristo lo que da verdadero valor a la vida de cada ser humano; es el reconocimiento de la existencia de Dios, creador y dador de vida, la condición necesaria para comprender que no somos dueños de nuestra propia existencia –ni de la de nadie–.
Desde estas premisas se entiende mejor la afirmación de Jesús: “Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). Esto es lo que celebramos cada 25 de marzo y, en general, cada día: que nuestra vida, que cada vida, tiene pleno sentido porque responde a una finalidad que nos sobrepasa y porque ha sido pensada para una misión que estamos llamados a descubrir. Con independencia de las circunstancias, de las carencias, de los defectos que podamos experimentar personalmente, nuestra vida, siempre, tiene pleno sentido. No en vano, hemos sido creados por Dios y para Dios.
Grupo Areópago
Cómo la dignidad de la madre es mayor que la del feto
Durante su ponencia en un Curso organizado por la Universidad Complutense, un reputado ginecólogo –que se explicaba con verbo fácil ante la mirada atenta de una audiencia constituida en su gran mayoría por ginecólogos–, en un momento de su exposición dijo:“…como la dignidad de la madre es mayor que la del feto…” y continuó su disertación justificando determinadas acciones que sobre éste podrían llevarse a cabo, apoyándose en la idea anterior.
Nadie pestañeó. Parecía que la mayoría de los oyentes aceptaban como verdad esta premisa, y por tanto, la justificación de lo que venía después.
Durante el café, al finalizar la ponencia, uno de los participantes se acercó al reputado ginecólogo y le preguntó: “¿cuál es el recorrido intelectual que te ha llevado a aceptar como una verdad evidente que la dignidad de la madre es mayor que la del feto?”
Ahora fue él quien dejó de pestañear. Tras unos instantes de perplejidad, reconoció que nunca lo había pensado. Que lo daba por bueno porque sí. Así lo había aprendido y así lo mantenía, y sobre eso, seguía construyendo su praxis médica.Al darse cuenta de la trascendencia de lo ocurrido, se sintió mal, y prometió darle “una pensada” (palabras literales) al tema.
El ser humano es un fin en sí mismo. Esto le confiere un valor que llamamos dignidad. Por el hecho de ser persona tenemos dignidad (ontológica), que no puede medirse (no hay unidades de medida de la dignidad) y, por tanto, no puede compararse. La dignidad ontológica de cada persona es máxima. No admite categorías. Exige respeto máximo.
Hay otro tipo de dignidad, la dignidad moral, que es la que cada uno de nosotros nos vamos ganando según nuestras acciones. Las personas mayores somos responsables de nuestras acciones, no así el feto. Aunque nuestra dignidad ontológica siempre es máxima, al poder elegir si obrar bien o mal, nos jugamos nuestra dignidad moral. El asumir acríticamente como verdad evidente una falsedad puede ser irresponsable, y mucho más si se justifican acciones inhumanas a partir de esa premisa falsa.Ciertamente, el asunto merece “una pensada”.
Grupo AREÓPAGO
Rusia, pro vida
Recientemente hemos podido leer en la prensa una noticia que ha causado sorpresa, pero que también nos ha llenado de esperanza por lo que supone para la defensa de la vida y para el reconocimiento de la dignidad del no nacido.
Yaroslavl es una región rusa, situada a poco más de trescientos kilómetros de Moscú. A propuesta de la Diócesis ortodoxa, las autoridades civiles dispusieron que el día 11 de Enero se celebrara el “Día del Silencio sin Abortos”. Se estima que ese día pudieron salvar su vida unos catorce niños. Si tenemos en cuenta el valor infinito de cada vida humana, habría que multiplicar infinito por catorce y por tanto celebrar que estas catorce personas, han salvado sus vidas de las garras de la muerte.
No es la primera medida que se toma en Rusia en favor de la vida. Ya en 2013 la Duma aprobó una ley para prohibir la publicidad del aborto.
¿Cuál es la razón por la que el primer estado del mundo donde se legalizó el aborto y se convirtió en un derecho, sea ahora promotor de iniciativas para salvaguardar y defender la vida?
Algo tan sencillo como la cuestión demográfica. Rusia envejece y su densidad de población está en niveles muy preocupantes. Las estadísticas confirman que de media, una mujer rusa ha pasado por entre tres y seis abortos provocados, con el consiguiente daño físico, psicológico y moral que cada uno de ellos conlleva. Sólo en 1965 se cometieron en este país más de cinco millones de abortos.
¿Cuál es la situación en España? Según datos publicados por la CEOE en pocos años, España se convertirá en el segundo país más viejo del mundo, siendo el primero Japón.
Hay un viejo refrán que dice “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Las pobrezas de un país envejecido son más que conocidas por todos.
Es evidente que las medidas a favor de la vida, han de ser impulsadas ante todo por el respeto y la defensa de cada ser humano que viene a este mundo, sea cual sea la fase de su desarrollo (desde que es un embrión, hasta que su vida termina de modo natural); pero ¿somos y son conscientes nuestros gobernantes del peligro en el que ponen a toda una nación cuando no hacemos/hacen lo suficiente para frenar este envejecimiento?
Seamos ”astutos como serpientes”. Apostar por la vida es una fuente de riqueza en todos los sentidos.
Grupo AREÓPAGO
La auténtica Navidad
Cada vez resulta más evidente que la vida carece de valor para nuestra sociedad. Prueba de ello es el rechazo de sufren aquellas personas mayores que son relegadas a residencias o abandonadas en sus propias casas sin que reciban ni las visitas ni el amor de sus familiares; también los cientos de miles de abortos que se producen cada año por el hecho de ser hijos no deseados –o que no llegan como sus padres esperaban–. Del mismo modo, manifiestan despreciar la vida quienes tratan a sus semejantes indignamente, como ocurre en los casos de violencia doméstica o de explotación laboral extrema. Aquellos que adoptan el odio como motor de su existencia igualmente demuestran detestar la vida, tanto la de las personas contra las que actúan, como la suya propia. En definitiva, siempre que no se trata a una persona como auténtico ser humano, respetando su dignidad, se está atentando contra su existencia.
La pregunta que todos hemos de hacernos es ciertamente fácil de plantear: ¿por qué, en el siglo XXI, hay tantas manifestaciones de desprecio a la vida? La respuesta es no menos sencilla en su formulación, si bien realmente compleja a la hora de poner en práctica: porque nos hemos alejado de Dios.
El desprecio del ser humano, los atentados contra su vida y su dignidad, son la manifestación más evidente del rechazo al Creador y de la autoproclamación del hombre como medida de todas las cosas. Dado que no hay nadie superior a mí, yo soy superior a todos y, en consecuencia, tengo el poder de decidir sobre ellos, incluyendo su vida.
La Navidad es justo la prueba del ejemplo contrario: Dios, auténtico Señor de todo lo creado, opta por hacerse hombre, sencillo y humilde, para demostrar con ello su profundo amor por todos nosotros, sus criaturas, y para ofrecernos la posibilidad de ser como Él. Y lo hace sin desplazarnos en absoluto, respetando nuestra libertad, garantizando su misericordia a todos y cada uno en cada momento, sean cuales sean las circunstancias.
Recuperar esta concepción de la existencia en nuestra sociedad y en cada una de nuestras experiencias resulta fundamental para garantizar nuestra supervivencia como comunidad y nuestra realización como personas. La Navidad es, en esencia, la principal manifestación de que, para Dios, cada vida importa.
Grupo AREÓPAGO
¿Cultura de la Vida? ¿Cómo?
José Luis y Francisco charlan animadamente como cada día, en su hora del café. Revisan los periódicos, comentan las noticias.
José Luis: Mira: Yo creo que exageras. ¿De verdad crees que hay que reivindicar en nuestros días una cultura de la vida?
Nuestro mundo es tremendamente vitalista. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de personas que cuidan su salud; hacen deporte; siguen dietas saludables, aman y defienden a los animales; reciclan y cuidan el medio ambiente; hacen calendarios solidarios para niños con discapacidad; celebran el día del abuelo; se hacen socios de organizaciones que apoyan a los refugiados; ponen su ropa usada en contenedores; hacen campañas para informar y prevenir de enfermedades; comparten iniciativas solidarias; apoyan y defienden con firmeza los derechos de la mujer y de la infancia?
Francisco: Tienes razón. Hacemos todo eso y muchas cosas más. Es bueno fomentar todas esas iniciativas y actividades. Pero yo creo que para que este mundo nuestro sea realmente un mundo donde se respeta, se ama y se defiende la vida, además de todo eso tendríamos que tratar de que ninguna mujer se vea abocada a terminar con la vida de su hijo por falta de medios económicos, por soledad o por presión de quienes podrían ayudarla.
Habría que intentar que además de proteger a especies animales que están en peligro de extinción, termináramos esa terrible cadena de producción de embriones que hoy están congelados en clínicas y hospitales. Convendría que ningún ser humano por pequeño que sea, sea manipulado con el fin de que otro obtenga beneficios.
Nuestro mundo sería auténtico defensor de la vida si además de celebrar el día del abuelo y de hacer campañas de prevención de enfermedades, pudiéramos conseguir que ninguno de ellos desee la muerte y nadie se la procure, bajando los brazos de la esperanza y del verdadero amor fraterno, que tanto sentido puede llegar a dar al sufrimiento.
Podemos construir ese mundo en el que impere el respeto a la vida en todas manifestaciones, desde la concepción, hasta la muerte natural.
José Luis: Tienes razón. Aún hay mucho por hacer ¿Cómo hacer cultura de la vida entonces?
Francisco: Es sencillo. Habla de la vida. Incluye en tu día a día un gesto que aliente a alguien que siente su vida como un gran peso, investiga, fórmate, descubre por ti mismo o busca ayuda, si lo necesitas para encontrar cual es el verdadero valor de cada vida y como cada una de ellas es SAGRADA E INVIOLABLE.
Grupo Areópago
Disculpa…¿eres un qué o un quién?
Con esta pregunta se dirigió el profesor a la alumna que acababa de defender que, al principio, en las fases iniciales del embrión, éste es más bien un conjunto de células, una especie de “grano” en el cuerpo de la madre.
- Pues un quién – respondió, mostrando un evidente malestar por la “ofensiva” pregunta.
- ¿Desde cuándo? – continuó preguntando el profesor.
Ante esta segunda pregunta, se hizo un tenso silencio en el aula, y la alumna no supo qué responder. Jamás se lo había planteado. Sencillamente daba por buena la idea que circula en nuestra sociedad, una verdad irrefutable, tan evidente, que no necesita demostración: que en las fases iniciales, el embrión es un algo y no un alguien, un qué y no un quién.
La alumna, que se consideraba un alguien (¡y con toda razón!), tenía que explicar racionalmente al resto de la clase, al profesor y a ella misma, cómo es posible que se pueda pasar de ser un algo a ser un alguien. Porque si esto no fuera posible, no quedaría más remedio que aceptar que si ahora la alumna es un alguien, lo tiene que ser desde el primer momento de su vida, desde que era un zigoto.
Y explicar la trasformación de un algo en un alguien es racionalmente imposible. Por tanto, somos personas desde el primer momento de nuestra vida, con lo que eso conlleva.
Este descubrimiento de la alumna y de todos sus compañeros, les hizo comprender algunas cosas más: qué fácil es ser manipulado por la sociedad cuando falta pensamiento crítico, cómo nos dejamos llevar por explicaciones arbitrarias, o cómo se pueden justificar acciones inhumanas (como las que se justifican si no somos más que un “grano”) cuando falta reflexión. De repente descubrieron que ellos eran víctimas de una sociedad que acepta como verdad cosas falsas. Muchos se sintieron manipulados y avergonzados.
Un zigoto humano es persona. Su vida, como cualquier otra vida, se desarrolla de forma coordinada, continua y gradual desde que es un ser unicelular hasta que muera. Por ello, merece ser respetado como uno de nosotros.
Grupo Areópago
Defiende, ama y sirve la vida
Nace en Toledo el proyecto Evangelium vitae de defensa de la vida. ¿A qué se debe esta iniciativa? En nuestros tiempos la defensa de la vida se hace especialmente urgente, ya que nos encontramos ante una verdadera “conjura contra la vida” (Juan Pablo II). ¿Cómo defender la vida de toda persona? Invitando al ejercicio de la razón, rezando y sirviendo a la vida.
La defensa de la vida es un principio ético que nace de un modo natural en quien ejercita su propia razón. Es razonable defender la vida y es irracional posicionarse contra ella, o dicho de otro modo, el hombre racional se ve movido a respetar, defender, amar y servir a toda vida humana, mientras que el que actúa contra la razón atentará contra ella. Por tanto, la defensa de la vida es una llamada al ejercicio de la racionalidad humana. Areópago y tantas otras iniciativas a esto van encaminados.
Pero no es suficiente. Los atentados contra la vida son consecuencia también de un corazón que no late dentro de las coordenadas del amor al otro, sino del amor a sí mismo por encima del bien ajeno. Se impone, por tanto, la conversión del corazón, pero esto sólo es posible con la ayuda de Dios: sólo Dios puede conceder un corazón que ame hasta el heroísmo la vida de los demás. Por tanto, la defensa de la vida supone la oración constante y confiada a Dios que puede transfigurar todo corazón. La oración ante el Santísimo Sacramento, en casa, individualmente o en comunidad, es respuesta necesaria a esta llamada.
Finalmente, la defensa de la vida hay que transformarla en acciones concretas de servicio a la vida. En muchísimos casos esto se hace en el seno de la familia, santuario de la vida. Pero no basta: frente a las estructuras de pecado es preciso construir estructuras donde la vida sea amada y servida. Iniciativas legislativas, centros de atención a la mujer embaraza como Proyecto Mater, centros de cuidados paliativos, etc…, son sólo algunos ejemplos de lo que se impone hacer para instaurar una verdadera cultura de la vida.
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