El periódico ¨La Razón¨ en su edición digital publicaba este verano que 24.898 inmigrantes ilegales han llegado a España. 12.194 más que en el mismo periodo de 2023 lo cual constituye un incremento del 96% con respecto al año anterior. (https://www.larazon.es/canarias/aumento-significativo-llegada-migrantes-irregulares-espana-2024_202407026683d80e0de31e0001facdd9.html)
Según el portal ¨Stadista¨ las rutas de inmigrantes ilegales desde el país africano y que tienen a España como objetivo primordial son dos: la ruta del Mediterráneo occidental que suele dirigirse principalmente a las ciudades de Ceuta y Melilla y la ruta del África occidental cuyo destino suele ser las Islas Canarias. No hace mucho tiempo era común que los telediarios presentaran como noticia de portada la llegada de un cayuco a las costas de las segundas o los intentos de cruzar la línea de las primeras. En la actualidad, la información al respecto ha ido paulatinamente en descenso y aunque sigue apareciendo en los medios de comunicación nos encontramos ante un proceso que tiene tendencia a la naturalización. Todos sabemos que llegan miles de inmigrantes a nuestro país, pero ya no es noticia o más bien no queremos que lo sea.
A principios de verano, Miguel Ángel Garat, capitán de navío en la cuidad de Rota manda una carta al director del ABC en la cual arroja luz al respecto. La distancia por mar entre Canarias y Senegal es aproximadamente de 950 millas naúticas y según sus cálculos un cayuco a motor lleno de inmigrantes saliendo del país africano necesita entre ocho y doce días para llegar a las Canarias lo cual le supondría un coste de combustible inasumible para trasportar en cubierta. Garat, de esta manera, afirma que todas estas embarcaciones son siempre remolcadas y dejadas a la deriva cuando se encuentran a la vista de la costa canaria. Hablamos por lo tanto de miles de personas que son captadas en sus países de origen por mafias y transportadas a Europa en circunstancias de semi esclavitud mientras las autoridades de los mismos no sólo miran para otro lado, sino que en muchos casos alientan la situación o la observan con la más absoluta aquiescencia.
La situación en nuestro país no es mucho mejor. Si lo que vemos son los puestos de ayuda humanitaria que se ocupan de atender y auxiliar a los recién llegados, lo que no vemos es la cara B de todo este proceso. La llegada masiva de personas que en ningún momento pueden ser asumidos por el mercado laboral y que se ven abocados a un incierto futuro. No es cierto que el inmigrante sea un delincuente, no es cierto que su sitio natural sea la marginalidad, pero se ve arrastrado en muchas ocasiones a ello. Es difícil la integración ante un panorama social marcado por el choque cultural, en el que las autoridades enarbolan la bandera de la tolerancia y la ayuda mutua trasladando el discurso racista a la población. De la misma forma, ellos permiten ¨sine die¨ una situación política en la que Ministerios como el de Asuntos Exteriores tendría mucho que decir.
En pocos días es posible que ¨el contador de inmigrantes¨ haya subido, nos estamos acostumbrando a verlo así, meros números que obligados por la pobreza y el hambre se trasladan de un lugar a otro por meras apetencias políticas, mientras, es preferible que los demás miremos para otro lado.
Pues no señores, hablemos de este tipo de inmigración como un tráfico de seres humanos y seamos capaces de asumirlo como tal, exigiendo a nuestros políticos verdaderas medidas al respecto. No naturalicemos este tipo de procesos, la injustica y la iniquidad no son naturales.
GRUPO AREÓPAGO
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