El buey mudo

El pasado 7 de marzo se cumplieron 750 años del fallecimiento de una de las grandes mentes eclesiales que sigue teniendo gran impacto en el mundo contemporáneo, Santo Tomás de Aquino.

En apenas tres años consecutivos, estamos teniendo la oportunidad de celebrar tres grandes efemérides relacionadas con quien ha sido denominado Doctor Humanitatis: el año pasado, 700 años de su canonización (1323), en el presente curso 750 años de su fallecimiento (1274) y el que viene 800 años de su nacimiento (1225). Fechas todas ellas que no dejan de ser excusa para acercarnos a tan extraordinaria figura.

Pero, ¿por qué es tan importante? ¿Qué relevancia tiene para nuestro mundo de hoy la vida de este fraile dominico?  Responder a esta pregunta podría llevarnos sendos y enjundiosos escritos. Pero dada la finalidad de nuestro grupo, que busca el diálogo con la cultura contemporánea, nos centraremos en dos breves aspectos.

Santo Tomás de Aquino destaca por mostrar la razonabilidad de la fe cristiana. Él sabe bien armonizar la fe y la razón, donde ambas se necesitan. La fe, que necesita de la razón, para no caer en mitologías, sentimentalismos ni subjetivismos; la razón que necesita de la fe, para evitar ahogarse en su mismidad y liberarla del misticismo racionalista. El Doctor Angélico, conjuga a la perfección ambas doctrinas y muestra a todos, creyentes o no, la belleza de la verdad de la fe católica. Tal es la solidez de su argumentario, que pasados tantos siglos, sus argumentaciones no sólo siguen siendo válidas sino que son utilizadas tanto por el Magisterio eclesial (que lo considera una guía luminosa y obligada en el estudio de la Teología) como por aquellos que se dedican al cultivo de la ciencia sagrada.

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Además, el Aquinate se muestra como una guía segura en el diálogo con la ciencia contemporánea. Sus grandes intuiciones metafísicas tienen mucho que ofrecer y aportar a la fundamentación de las ciencias experimentales modernas. Allá donde estas no saben seguir o no encuentran fundamento, acercarse a la doctrina de Santo Tomás les promete abundantes frutos como viene aconteciendo en el panorama norteamericano.

La Verdad es inmutable y no pasa, no cambia, no varía. El Doctor Angélico se muestra como un remedio saludable para desmontar las falacias de nuestro tiempo, recuperar la confianza en la razón y construir nuestra sociedad en la verdad huyendo de toda dictadura del relativismo.

Ojalá estas efemérides despierten en nosotros el deseo de lectura de alguna de sus grandes obras.

GRUPO AREÓPAGO

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