La hacienda pública española ha reprochado recientemente a algunas cadenas comerciales que las campañas de «Días sin IVA» son engañosas y perjudiciales. Según sus propias palabras: «Este tipo de publicidad induce al consumidor a la compra, de forma engañosa, sugiriendo precios más baratos de los productos, supuestamente como consecuencia de que no deberá pagar el IVA que los grava. La Agencia Tributaria estima que esta forma de publicidad afecta negativamente a la moral fiscal del contribuyente, al representar al IVA, que el ordenamiento jurídico fiscal regula como obligatorio para todas las entregas de bienes y prestaciones de servicios, como la causa por la que el precio es alto» (Ver la noticia).
La Agencia Tributaria lo considera engañoso porque el descuento del 21% en el precio final no se obtiene de la desaparición del IVA, que se paga igualmente, dando la impresión de que lo que encarece el producto es el IVA y al no pagarlo se obtiene el ahorro. Para ser estrictos, la campaña debería llamarse «Días con un descuento similar al IVA» o «Días como si no hubiera IVA, pero lo sigue habiendo».
Como el sistema tiene éxito, estaría bien que las empresas inventaran un sistema de incentivos a su personal con una «Mensualidad sin cuotas de la seguridad social», o, siendo puristas, «Mensualidad con un sueldo como si no se pagaran cuotas a la seguridad social», y la nómina creciera un 33% (suma del 30% que paga la empresa más el 3% que paga el trabajador, aproximadamente). O, ahí va otra idea, la «Mensualidad con un sueldo como si no se pagara el impuesto sobre la renta», y recibiéramos entre un 19% y un 37% más de los tramos que cotizan en nuestro sueldo. Si sumamos las dos cosas, aún mejor, sería un buen bono. Claro que, compremos lo que compremos con ese dinero, habrá que pagar el IVA como aconseja la moral fiscal de los contribuyentes.
Los cálculos de impuestos siempre son complicados, pero, por ejemplo (calculado aquí):
- Si usted tiene un sueldo bruto de 15.000 euros/año, genera un pago de impuestos (renta y cuotas de empleado y empresa) de 6.614€. Si dedica lo que recibe a comprar cosas con un IVA promedio de 8,5% (mix del 21%, 10% y 4%), el total de impuestos pagados llega a 7.708 €.
- Si el sueldo es de 65.000 euros/año, el mismo cálculo da un pago de 38.217 €
Si son muchos o pocos impuestos, que opine cada uno, pero algo debe quedar claro: no solo los ricos pagan impuestos. Los impuestos los sufren principalmente los pobres y la clase media.
Pero, además, el IVA tiene un aspecto inquietante porque, como su propio nombre indica, es un impuesto sobre el valor añadido. Además de pagarlo los consumidores (es un impuesto al consumo) independientemente de su nivel de ingresos, lo pagan también los empresarios que aportan valor.
Para entenderlo mejor, imaginen que la empresa A comercializa (revende) bombillas. Compra bombillas a 10€ y las vende a 15€. Por la compra paga un 21% de 10€ (2,1€) y por la venta cobra un 21% de 15€ (3,15€). Cuando haga la liquidación de IVA le tocará pagar la diferencia: 1,05€ por bombilla.
Pero la empresa B comercializa bombillas que ella misma fabrica. Los materiales le cuestan 3 € y después de fabricarlas las vende por 15€. Por la compra paga 0,63€ de IVA y por la venta recibe 3,15€, por tanto, debe pagar de impuesto 2,52€ por bombilla.
Con los mismos ingresos, las empresas que aportan más valor añadido (trabajo, investigación, innovación…) deben pagar más impuestos, independientemente de su beneficio.
Quizá la Agencia Tributaria debería también estar atenta a la moral fiscal del recaudador, no solo a la moral fiscal del contribuyente, y obtener los fondos que necesita el estado para funcionar de actividades que valga la pena desincentivar, no aquellas que necesitamos para crecer como sociedad, como son el trabajo y la creatividad (el valor añadido).
GRUPO AREÓPAGO
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