“La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas”. Estas palabras del Beato Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (1975) han marcado el pensamiento y la acción de la Iglesia en los últimos tiempos. Preocupación asumida por SanJuan Pablo II y transformada en propuesta evangelizadora: “una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”.Desde estas perspectivas la evangelización de la cultura o las culturas se ha convertido en uno de los grandes desafíos de la Iglesia contemporánea.
La Constitución“Gaudium et Spes”del Concilio Vaticano II yahabía trazado el camino metodológico y señalado las pautas evangelizadoras para esta importante tarea en un mundo plural y muy secularizado: actitud de apertura y oferta audaz de diálogo y colaboración. De apertura, por cuanto la centralidad de su mensaje sobre el hombre “no queda esclarecido de verdad sino dentro del misterio del Verbo encarnado”, y “esto es válido no sólo para los fieles, sino para todos los hombres de buena voluntad en cuyos corazones obra la gracia de un modo invisible” (GS 22); y de diálogo, porque “la Iglesia grupo visible y comunidad espiritual al mismo tiempo avanza juntamente con toda la humanidad” (GS 40). Apertura y diálogo, he aquí pues,las claves que ofrece el Concilio para una presencia evangelizadora de la Iglesia y de los cristianos en la sociedad actual. El Papa Francisco ha realizado la síntesis en lo que él llama “cultura del encuentro”
Pero no es fácil el diálogo de la fe con la cultura actual. Así lo constataban los Lineamenta para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en 2011: “Nos encontramos en una época de profunda secularización, que ha perdido la capacidad de escuchar y de comprender la palabra evangélica como un mensaje vivo y vivificador”.A los ya profundos muros que construye el consumismo, la idolatría del dinero, la desigualdad creciente y el laicismo excluyente, parael acercamiento y el diálogo, hay que añadir otros nuevos que emergen en la llamada “modernidad líquida”.
La nueva cultura que algunos califican como “tecnolíquida” hunde sus raíces en una antropología basada en la imagen y las nuevas tecnologías, configurando nuevas formas de pensar, sentir y actuar. En ella cobran especial protagonismo las llamadas “redes cibernéticas” que no sólo dirigen la vida de las últimas generaciones, “nativos digitales”, sino también la de amplias capas de la sociedad adulta. Una nueva cultura que sin duda ofrece importantes instrumentos para elcrecimiento humano personal y comunitario, pero que también produce graves patologías, como el alto grado de dependencia con obsesión compulsiva hacia las nuevas tecnologías, separación de la vida real, despersonalización y creciente autismo egocéntrico que favorece el narcisismo y dificulta la interiorización, entre otras.
Cómo conectar la fe con esta nueva sociedad digital-virtual, es decir, cómo ser verdaderos comunicadores-evangelizadores y evangelizadores-comunicadores es uno de los grandes retos que tiene la Iglesia actual en relación con la “evangelización de la cultura” e “inculturación de la fe”. Adentrarse en este difícil y fascinante compromiso exige una pedagogía de la búsqueda, de la escucha y del reconocimiento de la pluralidad.
Hace ya un año que han asumido con gran ilusión este reto un grupo de cristianos de nuestra diócesis a través del proyecto Areópago-diálogo promovido e impulsado por la Delegación de Apostolado Seglar. Se define como grupo de opinión que desea hacer llegar su voz a la sociedad a través de los medios de comunicación y entablar con ella un diálogo constructivosobre temas de actualidad.
Siguiendo las pautas del Concilio Vaticano II intenta propiciar el diálogo dando la primera palabra a los “signos de los tiempos”, a los acontecimientos, en los cuales resuena la interpelación de Dios, y nuestra respuesta. Desde ellos, el proyecto desea hacer presente el Evangelio y los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia. Hoy son muchos e importantes los temasque afectan a nuestro mundo y que reclaman una respuesta cristiana: la igual dignidad de la persona, la solidaridad, la defensa de la vida, el medio ambiente, la política y el bien común, etc. Potenciar este Ilusionante proyecto es hoy una urgencia pastoral.
Por Luciano Soto, componente de Areópago
Artículo publicado en el Padre Nuestro, publicación del Arzobispado de Toledo
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