¿Cultura de la vida? ¿Cómo?

José Luis y Francisco charlan animadamente como cada día, en su hora del café. Revisan los periódicos, comentan las noticias.

 José Luis: Mira: Yo creo que exageras. ¿De verdad crees que hay que reivindicar en nuestros días una cultura de la vida?

Nuestro mundo es tremendamente vitalista. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de personas que cuidan su salud; hacen deporte; siguen dietas saludables, aman y defienden a los animales; reciclan y  cuidan el medio ambiente;  hacen calendarios solidarios para niños con discapacidad; celebran el día del abuelo; se hacen socios de organizaciones que apoyan a los refugiados;  ponen su ropa usada en contenedores; hacen campañas para informar y prevenir de enfermedades;  comparten iniciativas solidarias; apoyan y defienden con firmeza los derechos de la mujer y de la infancia?

Francisco: Tienes razón. Hacemos todo eso y muchas cosas más. Es bueno fomentar todas esas iniciativas y actividades. Pero yo creo que para que este mundo nuestro sea realmente un mundo donde se respeta, se ama y se defiende la vida, además de todo eso tendríamos que tratar de que ninguna mujer se vea abocada a terminar con la vida de su hijo por falta de medios económicos, por soledad o por presión de quienes podrían ayudarla.

Habría que intentar que además de proteger a especies animales que están en peligro de extinción, termináramos esa terrible cadena de producción de embriones que hoy están congelados en clínicas y hospitales. Convendría que ningún ser humano por pequeño que sea, sea manipulado con el fin de que otro obtenga beneficios.

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Nuestro mundo sería auténtico defensor de la vida si además de celebrar el día del abuelo y de hacer campañas de prevención de enfermedades, pudiéramos conseguir que ninguno de ellos desee la muerte y nadie se la procure, bajando los brazos de la esperanza y del verdadero amor fraterno, que tanto sentido puede llegar a dar al sufrimiento.

Podemos construir ese mundo en el que impere el respeto a la vida en todas manifestaciones, desde la concepción, hasta la muerte natural.

José Luis: Tienes razón. Aún hay mucho por hacer ¿Cómo hacer cultura de la vida entonces?

Francisco: Es sencillo. Habla de la vida. Incluye en tu día a día un gesto que aliente a alguien que siente su vida como un gran peso, investiga, fórmate, descubre por ti mismo o busca ayuda, si lo necesitas para encontrar cual es el verdadero valor de cada vida y como cada una de ellas es SAGRADA E INVIOLABLE.

Grupo Areópago

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