“Todas las cosas brillantes y hermosas / todas las criaturas, grandes y pequeñas, / todas las cosas sabias y maravillosas / todas las hizo el Señor nuestro Dios”, reza el poema de Cecil Frances Alexander.
Esta concepción de la naturaleza como “creación”, como totalidad conectada donde cada criatura tiene un valor y un significado dentro de un proyecto querido por Dios, ha sido sustituida en la actualidad por una concepción del mundo fragmentaria y aislada que, como nos recuerda el Papa Francisco en su reciente encíclica, desemboca en una grave forma de ignorancia, en una cultura corrompida, en una patología cada vez más extendida que genera una “inequidad planetaria”, un sistema mundial insostenible desde el punto de vista ambiental y social.
La carta encíclica “Laudato si” nos invita a todos y cada uno, creyentes y no creyentes, a reconocer que “todo está conectado”. Que es preciso recuperar la actitud de contemplación ante nuestro mundo, descubrir las verdades y los principios conforme a los cuales debe regirse nuestra relación con los demás y con nuestra casa común.
Todos somos llamados a ponernos ante el espejo y preguntarnos por nuestra coherencia a la hora de reconocer y aplicar los valores que garantizan una verdadera ecología integral y humana. Quizá seamos de los que reciclamos una botella de vidrio, pero abandonamos a nuestros familiares ancianos. O de los que defienden un embrión de águila imperial, pero no un embrión humano. Como afirma el Papa, difícilmente se acogerá a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos e inoportunos, si no protegemos a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades. O tal vez seamos de aquellos que sí defienden el valor del embrión humano, pero maltratan la naturaleza con un consumo desmesurado e irresponsable.
Urge desterrar la lógica de “usar y tirar” que está degradando nuestro ecosistema. Esa lógica que está detrás, de una u otra manera, tanto de la extinción irresponsable de tantas especies y de la sobreexplotación de recursos naturales, como de la compra de órganos a los pobres para comerciar con ellos o de la eliminación de niños porque no responden al deseo de sus padres.
Escuchemos el grito de la creación y actuemos ahora. A favor de favor de todas las criaturas, especialmente de las más pequeñas y frágiles. Está en juego la dignidad del ser humano.
Grupo AREÓPAGO
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