Superliga

El anuncio de la Superliga ha sacudido el mundo del fútbol, levantando pasiones encontradas sobre el deporte, el negocio y el espectáculo, los tres grandes elementos que se unen cada vez más, no solo en el fútbol, también en otros muchos deportes.

El fútbol es el deporte más popular en España con más de un millón de jugadores federados desde el nivel escolar hasta el profesional. Defender y ayudar al deportista, organizando los campeonatos y custodiando los clubes, debería ser la principal función de las Federaciones, como organismos de utilidad pública que trabajan por el bien común.

Pero, además, el fútbol es un espectáculo y un negocio que en sus niveles más profesionales mueve directamente miles de millones (15.688 millones antes de la pandemia), además de inducir otros ingresos como turismo, equipamiento, infraestructuras, etc.

La discusión en torno a la Superliga pone sobre la mesa un debate que viene de largo: ¿los gestores de la parte más de negocio y los gestores de la parte deportiva, deben ser las mismas personas o los mismos organismos? En España, la Federación Española de Fútbol organiza, por ejemplo, la Copa del Rey o los partidos de la Selección, pero LaLiga es una entidad privada, cuyos propietarios son los equipos de primera y segunda división. Es un buen ejemplo de trabajo coordinado entre Federación y Competición privada, para que el espectáculo alcance sus objetivos de entretenimiento y rentabilidad y, a la vez, la parte deportiva quede protegida y los beneficios económicos reviertan en el deporte de base. Así, LaLiga ha conseguido aumentar los ingresos, principalmente por la internacionalización y los derechos audiovisuales, del fútbol español, incluyendo su aportación al deporte de base, superando la aportación gubernamental.

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Algo parecido ocurre en otros deportes, como la Formula1 con la FIA, o las grandes vueltas ciclistas con las Federaciones de Ciclismo, o los torneos de tenis con las Federaciones tenísticas o la Euroliga de baloncesto con FIBA Europa. Entonces, ¿cuáles son los argumentos en contra de la Superliga?

  1. La UEFA no la reconoce y no permitirá que los jugadores vayan a la selección. Pero eso cambiará como ha ocurrido en otros deportes (NBA, ATP…). Es una pataleta de la UEFA que no parece sostenible. Las estrellas son las que llenan los estadios.
  2. El fútbol es de los aficionados. No está claro qué significa eso en la práctica. Tan de los aficionados son los partidos de LaLiga como los de la Copa del Rey.
  3. Los méritos deben ser deportivos, los ricos se están apropiando de lo que es de todos. Esto se refiere a que la Superliga se ha planteado como un grupo fijo de equipos con algunas plazas invitadas. Si un equipo de los fijos juega muy mal, no perdería su plaza en la Superliga. Si un equipo pobre juega muy bien, no tendría clara su participación en la Superliga. Pero esa distinción entre equipos ricos y pobres ya existe en el fútbol actual: la posibilidad de que un equipo fuera de Madrid y Barcelona gane LaLiga es muy baja. Hay otros torneos, de eliminatoria, donde la sorpresa es más probable, como la Copa del Rey, pero casi siempre ganan los mismos.
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Conclusión. No estamos ante un debate deportivo, sino ante una lucha de poder. Los organismos federativos internacionales se resisten a que se les arrebate la gestión de un torneo que no satisface a sus principales contribuyentes: los equipos grandes. Por eso, los argumentos aportados no son racionales, sino pasionales: fans contra equipos, ricos contra pobres, mío contra suyo. Lo razonable sería abrir una negociación racional y encontrar puntos de encuentro. Hay muchos ejemplos de que eso es posible y beneficioso para todos.

GRUPO AREÓPAGO

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