Salud espiritual

El pasado 7 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud. Si hiciéramos una estadística sobre lo que cada persona considera más importante en su vida, probablemente la respuesta mayoritaria sería que su salud y la de los suyos. Es para muchos el bien más valorado que poseen.

Se celebra ese día para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud, la OMS, la institución que pretende ser referente en cuanto a recomendaciones para optimizar y cuidar nuestra salud.

A raíz de este día, podemos pararnos a pensar en otra salud: la salud espiritual. Esa salud que podemos definir como la capacidad que tenemos para encontrar significado, esperanza, consuelo y paz interior en nuestra vida.

Hoy día, aunque no esté etiquetada con el nombre de salud espiritual, está muy de moda esa búsqueda del yo interior, bien sea a través del yoga, reiki o el “yoísmo”.

Esta última palabra aparece frecuentemente en una publicidad que pretende difundir la idea de que uno ha de pensar en sí mismo por encima de todo lo demás. Sin embargo, muchas veces, ese “yo” está lejos de aportar la esperanza y paz que en su eslogan prometían los promotores del método.

Según algunos expertos, la búsqueda exclusiva de la satisfacción de las necesidades más inmediatas del “yo” está en la raíz del estrés, la frustración  y la ansiedad que sufre un gran porcentaje de la sociedad. Por lo tanto, la salud espiritual está mucho más relacionada con nuestra salud física de lo que a veces creemos, porque esta al final refleja nuestro estado interior.

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Aprovechemos para pensar en cómo estamos cuidando cada uno nuestra salud. Al igual que vamos al médico hacernos chequeos periódicamente, deberíamos pensar y reflexionar sobre qué nos está aportando paz y qué no, cuál es el ejercicio que necesitamos para estar en forma espiritualmente y de qué debemos hacer dieta para poder sentirnos mejor. Quizás sean buenas medicinas desterrar la crítica de nuestro día a día, ejercitar más la caridad con los que están en nuestro alrededor y cambiar la queja por una sonrisa.

El Papa Francisco recordaba que “la salud espiritual de una nación se ve por sus familias”. Experimentemos en nosotros mismos esa alegría y seguro que nuestra salud interior y la de nuestras familias se optimiza. Comencemos por una sonrisa.

GRUPO AREÓPAGO

 

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