Radiografía del desencanto: «la antipolítica»

Aunque el espectro político en nuestro país hace mucho tiempo que dejó de ser tranquilo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que en los últimos meses esta situación está rozando su límite natural entrando en una sensación generalizada de indignación. A saber.

Es a principios del actual año cuando sale a la luz el denominado ¨Caso Koldo¨, una trama de presunta corrupción en torno al entonces asesor y mano derecha de uno de los principales ministros del país, centrada en la compra venta de mascarillas durante la pandemia. Este mismo ministro, gozando de la más absoluta impunidad, comienza a realizar presuntos negocios fastuosos a través de lo que en política se denomina ¨conseguidor¨, con quien consigue financiar gran parte de su vida privada a costa de fondos públicos; surge el ¨Caso Aldama¨. En este mismo periodo, la mujer del presidente del gobierno forja, también presuntamente, desde su puesto de privilegio en la Moncloa una carrera como catedrática universitaria sin tener en su haber ni tan siquiera una licenciatura. Aparece el ¨Caso Begoña Gómez¨. Desde las filas paralelas de ¨Sumar¨, uno de sus principales representantes, es acusado de acoso sexual siendo él uno de los máximos exponentes de la conocida ¨Ley del sí es si¨; ¨Caso Iñigo Errejón¨. Para colmo, el mayor desastre natural que nuestro país tiene en décadas, un espectáculo dantesco que deja atrás decenas de muertos y pueblos anegados y que como respuesta política sólo encuentra una guerra competencial entre el gobierno central y el autonómico. La gota que colma el vaso.

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Las noticias, los escándalos, los denominado ¨bulos¨ son constantes y diarios y el ciudadano de a pie ya ha llegado al límite de sus fuerzas. El ciudadano de a pie es el individuo, la célula más importante de la sociedad, que a mediana escala crea estructuras intermedias como la familia y a mayor escala crea estructuras complejas como el Estado del que se espera la función para la que fue creado, esto es, el bien común. Si esto no se produce, si nos encontramos con un poder ejecutivo enfangado en casos presuntamente delictivos, si la indefensión y el desamparo son la nota dominante, el ciudadano de a pie, el individuo, da la espalda a la política.

¨Antipolítica¨ es un concepto muy utilizado en todo este maremágnun de informaciones y no puede ser otra cosa que la manifestación de un descontento que se manifiesta en frases como ¨solo el pueblo salva al pueblo¨. El problema estriba en que este sentimiento acarrea hastío, un estado en el cual parece ser preferible no saber más, no conocer más, no ir más allá, una posición en la que ciudadanos, individuos y personas en general se dejan llevar por la inercia y este es le momento justo en el que peligros como el adoctrinamiento hacen acto de presencia.

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La antipolítica está aquí y ha llegado para quedarse, pero seamos críticos con la misma crítica. Ni el ¨Caso Koldo¨, ni el ¨Aldama¨, ni el ¨Begoña Gómez¨ ni el ¨Iñigo Errejón¨ se solucionan mirando para otro lado, sino fortaleciendo las instituciones que pueden hacer frente a ellos con legalidad. No conseguimos resolver los problemas de los afectados de la Dana con donaciones sino exigiendo medidas políticas y económicas a quien corresponda. No solucionamos los problemas de un sistema presuntamente corrupto saliendo del mismo porque si nos paramos a pensar es posiblemente lo que el sistema quiere.

La antipolítica no debe ser la negación del sistema, sino la elaboración de propuestas constructivas centradas en el objetivo primigenio del bien común, todo lo demás es simple desencanto.

GRUPO AEROPAGO

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