Toda la sociedad española sigue jugando un partido durísimo contra un adversario formidable: el coronavirus A día de hoy parece que estamos en tablas, mas porque el virus parece que descansa que porque hayamos podido hacernos con él.
Parece un empate, pero no lo es. Tenemos muchísimas bajas mortales, con sus respectivos dolientes. Tenemos muchísimos enfermos que siguen presentando efectos desconocidos del COVID. Y muchos enfermos de otras patologías que llevan dos meses sin ser atendidos. Tenemos millones de desempleados, que no serán para dos meses ni para un “subsidio vitalicio”. Tenemos el 95% de la sociedad española que ha asumido las normas del estado de alarma a cambio de un enorme sacrificio personal.
La sociedad ha sido ejemplar. Ha manifestado una conciencia capaz de procurar el bien de todos a costa de la propia renuncia. A día de hoy mantiene ese esfuerzo de renuncia porque sigue jugando el partido contra la pandemia.
Cuando todos los políticos implantaron el estado de alarma, la sociedad captó que era un modo razonable de atajar este mal. La sociedad vio que era una jugada plausible en este duro partido. Y la jugó. Pero poquísimo tiempo después la sociedad veía que algunos políticos jugaban otros partidos, quedando fuera de éste. Hasta el punto insufrible a que se asiste hoy; simplemente el debate político parece no tener nada que ver con la vida de la sociedad.
Este artículo querría ser una llamada a la conciencia de quienes ejercen la política. Millones de españoles humiles en poder, prestigio y sueldo pero inmensos en conciencia y capacidad de sacrificio reclaman que los políticos vuelvan a su partido. Simplemente porque los políticos son un miembro más de la misma sociedad, y porque esta sociedad necesita delantero.
Grupo AREÓPAGO
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