Movilización ante el dolor

El 29 de octubre de 2024 vivimos en España uno de los episodios más dramáticos de nuestra historia. Provincias como Albacete –en Letur-, Valencia –con tantos municipios afectados- y Cuenca –en Mira- se vieron afectadas por una impresionante DANA; sufrieron en primera persona las terribles inundaciones que todos los españoles recordaremos siempre y que los medios de comunicación durante días se encargaron de dar a conocer. Estuvimos días sufriendo con los que sufrían y llorando con los que lloraban. Todos estábamos en cierta medida en las zonas afectadas.

Son difíciles de olvidar las historias de vida de cada uno de los afectados; imposible no recordar a todos los que fallecieron y algunos aún no han aparecido; de volver a ver en nuestra memoria cómo estaban (y todavía están) los municipios y las viviendas, comercios, empresas de cientos de personas que han tenido que aprender a vivir en estos meses de nuevo. Su vida se paralizó en pocas horas y de forma inesperada. ¡Aunque habían avisado los “hombres y mujeres del tiempo” de las lluvias, jamás hubiéramos pensado que lo que habíamos visto en las películas se haría realidad!

Sin embargo, estas graves inundaciones despertaron en nosotros una ola de solidaridad jamás vista en nuestro país. Miles de personas conmovidas por las historias de vida, por la angustia de todos los ciudadanos se echaron a la carretera para ayudar en Valencia, sobre todo. Recordamos a todas las personas que con un cubo, una pala y lo poco que tenían salían rumbo a ayudar a los valencianos. Sin embargo, los impulsos sin coordinar ocasionaron problemas.  En un contexto de emergencia toda ayuda es bien recibida pero debemos de ser conscientes de que no todos podemos ni sabemos hacer de todo, y a veces la ayuda complica. No solo el voluntariado se desbordó sino también la recogida de ropa y alimentos que se realizó de forma desmedida y sin tener en cuenta las necesidades reales de la población. Ayuntamientos, empresas, organizaciones, particulares…en pocos días se movilizaron para recoger alimentos y ropa que en muchos casos no ha llegado a su destino porque no se ha podido canalizar. Los bienes donados en especie pudieron no ser los adecuados para las necesidades de la población y complicaron la logística.

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Y de esta emergencia y situación de crisis también vimos cómo los ciudadanos somos generosos cuando nos vemos identificados con el problema. Igual que ocurrió con el volcán de La Palma vimos como una ola de solidaridad nos llegó a todos los ciudadanos, realizando aportaciones financieras –que eran más eficientes- y que en entidades como Cáritas vieron cómo todo lo recaudado en la DANA ha superado todas las expectativas previstas. Ni cuando la emergencia coronavirus se recogieron tantos donativos como Campaña de Emergencia de la DANA.

Ante el dolor nos movilizamos todos y la movilización ciudadana –sin contar con los políticos que merece una reflexión aparte- fue unánime en todo el territorio nacional con ofrecimiento de ayudas a todas las zonas afectadas. Pero no nos podemos olvidar de las personas que tenemos cerca, que están en nuestros barrios, en nuestras ciudades y que están en emergencia todo el año, porque no tienen recursos, porque están en infraviviendas, porque no tienen hogar o porque no pueden pagar una alimentación básica, etc. Personas que están en emergencia todo el año, y con ellos no se nos despierta la generosidad. ¿No puedes ser tú el que mañana necesite también la ayuda? Ayudémonos unos a otros, aún cuando no nos lo muestren los medios de comunicación.

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GRUPO AREÓPAGO

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