El Papa Francisco canonizó el pasado domingo a Teresa de Calcuta. La noticia ha tenido un fuerte impacto en todos los medios de comunicación, religiosos y generalistas, y también en las redes sociales, llegando el hashtag #iCalcuta ser trending topic en Twitter. El elogio hacia lo que hizo esta pequeña mujer albanesa, cuya imagen aún conservamos en nuestras memorias, es unánime. Creyentes, ateos, agnósticos e, incluso, laicistas confesos reconocen la impresionante labor que llevó a cabo en las periferias existenciales de Calcuta y, desde allí, en todo el mundo.
Sin embargo, se quedan simplemente en la obra, sin profundizar en lo que la condujo a ella. Madre Teresa, Santa Teresa de Calcuta, no fue solo una mujer que ganó el Premio Nobel de la Paz y que, contra su deseo, alcanzó notoriedad mundial que aprovechó para sensibilizar a todos acerca de la necesidad de ayudar a los más débiles; tampoco hemos de verla únicamente como la fundadora de las Misioneras de la Caridad, una congregación religiosa presente en todo el planeta para ayudar a los más necesitados que sigue atrayendo a miles de personas hacia esta labor; no debemos caer en el error de verla como una católica, única, elevada a los altares.
Todo ello es consecuencia de una causa común: el descubrimiento de la llamada de Dios a estar con los más pobres de entre los pobres y la respuesta valiente a lo que Él le pedía. Su gran mérito, y por eso ha sido canonizada, fue mantenerse firme en la fe, a pesar de sus constantes dudas; atender la llamada personal de Jesús, vivo y resucitado, que le fue transmitida a través de un pobre que se le acercó para decirla que tenía sed, aunque ello le supuso renunciar a la congregación a la que pertenecía y marcharse sola y sin medios a atender a los pobres en las calles de Calcuta; renunciar a sí misma por darse por completo a los más necesitados, sin mirar por sus propios intereses ni dejarse llevar por el sentimentalismo. Su logro, en definitiva, fue saberse amada por Dios y dedicar toda su existencia a llevar y dar ese amor a quienes ni siquiera eran considerados seres humanos, porque , que debe conducirnos a mirar en nuestro interior y tratar de descubrir que existe r ese amor de Dios a quienes nÉl así se lo pidió.
Madre Teresa es la imagen de la Caridad, del amor a Dios y al prójimo como a uno mismo. Ese es su mensaje, que debe conducirnos a mirar en nuestro interior y tratar de descubrir que existe Alguien más allá de nosotros mismos que nos ama y que nos tiene reservado un concreto papel en este mundo cuya realización nos conduce a la vida eterna. Ésta es la esencia de la santidad.
Grupo AREÓPAGO
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