La responsabilidad de todos ante la enfermedad

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El día de la Festividad de Nuestra Señora de Lourdes, un 11 de febrero de 1992, San Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo. Ya han pasado 26 años desde la primera conmemoración que este año lleva por lema: “Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”. Un lema, de esta XXVI Jornada, que nos tiene que conmover y hacer reflexionar.

Son palabras de Jesús a Juan desde el sufrimiento en la cruz, según ha indicado el Papa Francisco. Palabras que deben ayudarnos a darnos cuenta de la importante e ingente labor que tiene la Iglesia, servidora siempre de los enfermos y de los que cuidan de ellos. La Iglesia como madre que se preocupa por todos nosotros, sanos y enfermos. Una labor que es reconocida por creyentes y no creyentes, y que a la vez es desconocida. Desconocida porque no se pone en valor el trabajo de la Iglesia, como ocurre con Cáritas y la atención a los más necesitados; una labor que llega donde nadie llega y como nadie llega.

Los avances científicos están contribuyendo en muchas ocasiones a sanar y paliar el dolor, a ofrecer esperanza a los enfermos. Sin embargo el sufrimiento y la enfermedad siguen estando presente en la vida diaria. Forman parte de nuestro ser y de nuestra naturaleza. Quien más o quien menos ha sufrido el dolor y ha conocido la enfermedad en los demás. La enfermedad no es algo ajeno a nosotros.

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Cada vez que celebramos un día mundial existen campañas de sensibilización y de concienciación sobre algún problema o asunto de interés. Tenemos que acordarnos, y no solo este día, de aquellos que sufren de forma directa o indirecta la enfermedad. Cuánto dolor, cuántos enfermos, y cuántas familias. Cada día tenemos que tener presentes a los enfermos y a sus familias, rezar por todos ellos, por todos los familiares, cuidadores y profesionales de la salud que atienden cada día a quienes padecen el sufrimiento. Es responsabilidad de todos, de cada uno de nosotros, contribuir en la medida de nuestras posibilidades a lograr que la enfermedad se viva con esperanza y dignidad.

Grupo Areópago

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