La evolución de la población en España es motivo de preocupación. Si se acerca o no un invierno demográfico, que es como se denomina a una reducción progresiva de la población debida al envejecimiento y la baja natalidad, es algo que se ve venir, pero como todos los movimientos lentos, siempre se ve demasiado lejos hasta que es demasiado tarde. ¿Estamos ya en un invierno demográfico?
La radiografía de la situación nos la da la pirámide demográfica, una especie de foto donde vemos el número de personas que habitan un país por franjas de edades. Se llama pirámide porque suele tener una forma de ese tipo, con más jóvenes (parte inferior) y menos viejos (parte superior). Si ven la situación española actual, verán algo diferente:
Ilustración 1. Pirámide de población en España a partir de los datos del 2º semestre de 2018 del I.N.E., elaborada por Areópago-Diálogo.
La pirámide se ha ido destruyendo para los menores de 30 años. Las nuevas generaciones son menos numerosas que las precedentes, y ese es un fenómeno realimentado: habrá menos mujeres en edad fértil (15-49 años) y si no se modifica el número medio de hijos, nacerán menos mujeres, que serán las madres de dentro de unos años.
Los pisos de la pirámide irán desplazándose hacia arriba, los inferiores irán reduciéndose paulatinamente por la baja natalidad, los superiores irán reduciéndose por la mortalidad propia de la edad. Conclusión: la población total irá disminuyendo.
En la siguiente gráfica se ve la estimación de la evolución de la población (línea naranja relacionada con el eje izquierdo) y la reducción anual de población (columnas grises referidas al eje derecho). Para hacer esta estimación se ha supuesto que se mantiene el ratio de natalidad actual por mujer fértil y los ratios actuales de mortalidad por edades.
Ilustración 2. Estimación de la evolución de la población residente en España. Elaboración de Areópago-Diálogo a partir de los datos del I.N.E.
En estas cifras no se ha considerado las migraciones. ¿Pueden las migraciones salvar el invierno demográfico?
En 2018 el balance migratorio ha sido positivo en unas 250.000 personas, lo que ha compensado la pérdida de población residente. Las mujeres en edad fértil que han incrementado la población debido a la inmigración han sido unas 105.000. Eso supone en torno al 1% de la población residente de mujeres en esas edades. Aunque este colectivo tenga un índice de natalidad superior a la media, no es suficiente para marcar un cambio de tendencia. El principal efecto de la migración es el impacto en número neto sobre los residentes. Manteniendo el mismo ritmo de inmigración, retrasaremos la reducción de población unos años, pero no más.
Los números anteriores se refieren a la totalidad del país, pero la despoblación ya es un hecho en muchas regiones y provincias. Las consecuencias de la pérdida de población son dramáticas, tanto económica como socialmente.
Ilustración 3. Crecimiento de población relativo en España en el primer semestre de 2018. Incluye el saldo migratorio. Fuente I.N.E.
El mayor problema es que no existen soluciones a corto plazo, la demografía se mueve con ritmos lentos, para bien y para mal, pero demorar la respuesta no hace sino empeorar el problema. La matemática de la población es implacable, el invierno demográfico ya ha llegado.
GRUPO AREÓPAGO
La primera solución es ilegalizar el aborto desde la concepción. Propongo hagan una extrapolación de la demografía para las próximas décadas considerando que pasaría si el 20-25 porciento de embarazos que tenrminan en aborto llegaran a felíz nacimiento.
1 de cada 5 bebés son asesinados en el utero materno. O España recapacita, o se extingue.