Ha muerto Indi Gregory, la bebé británica, tras desconectarle el respirador que le mantenía con vida y negar a sus padres el derecho a que su hija fuera tratada en el Hospital Bambino Gesú dependiente del Vaticano, al haberle concedido el Gobierno de Italia la nacionalidad italiana a los efectos de que la pequeña recibiera tratamiento en este país.
La pequeña ha sido desconectada por orden judicial en contra de la voluntad de sus padres. Tampoco se les dio la opción a estos de que su hija falleciera en casa.
Estamos ante uno de esos casos en que, para los profanos en la materia, resulta complicado valorar si podría llegarse a un encarnizamiento terapéutico de continuar manteniendo con vida a la pequeña, que padecía una enfermedad a fecha de hoy rara e incurable. Pero sin lugar a dudas, no resulta comprensible no dar opción a esos padres para que decidan el traslado de su hija a otro hospital incluso fuera de su país, el cual ofrecía una esperanza de tratamiento aunque sus expectativas fueran pequeñas así como el alivio del sufrimiento de la pequeña a través de unos cuidados paliativos de calidad que hubieran respetado la vida de la pequeña hasta el momento de su muerte natural o hasta ese momento en que mantenerla con vida a través de un respirador supusiera, a criterio médico, un auténtico encarnizamiento terapéutico.
Cualquier vida humana, máxime cuando se trata de un bebé de 8 meses de vida, merecía por la dignidad específica que tiene todo ser humano, que se hubiera respetado la voluntad de sus padres de buscar otra alternativa para la vida de su hija, proporcionándoseles todo tipo de medios y ayudas para que hubiera podido ser trasladada al hospital italiano. Para unos padres, mientras hay vida, hay esperanza, sobre todo cuando otro hospital ofrecía los medios posibles para que la niña estuviera cuidada y con un adecuado control de los síntomas que le producían sufrimiento.
Por desgracia ha sido un caso más en que a unos padres se les ha impedido ejercer de padres y poder buscar el bien de su hija. No correspondía a la justicia fijar día para su desconexión de manera totalmente arbitraria, en un atropello de la dignidad de la pequeña Indi y de sus padres. Descansa en paz, pequeña. Las puertas del cielo ya se han abierto para ti.
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