Una relevante red social, la red social por antonomasia, Facebook, hace unos meses anunció que había lanzado una serie de herramientas para facilitar las rupturas sentimentales o lo que se conoce como ADSL (Ahora Decidimos Ser Libres).
No deja de ser una noticia curiosa pero con un trasfondo preocupante, y más cuando la noticia la adornaban como que “hasta ahora Facebook no contemplaba muchas de las posibles relaciones sociales que mantenemos en la vida real”.
Vivimos en una sociedad en la que estamos continuamente comunicados. Las nuevas tecnologías nos empujan casi sin quererlo a saber unos de otros, en cualquier momento y casi en el mismo instante en el que ocurre la acción. Ya no concebimos la comunicación sin estar permanentemente conectados. Tenemos estrés social, tanto que hay quiénes se definen como “soy la prolongación de su móvil”. Comunicados sí, incomunicados también.
Que una plataforma tecnológica tenga que decirnos cómo superar una ruptura sentimental dice mucho de la sociedad que estamos construyendo. Que se piense en relaciones de la vida real sin pensar en cómo mirar a los ojos o en oír unas palabras, dice mucho de lo incomunicados que estamos. Que cada vez más las relaciones personales, de pareja y de amistad se basen en un chat de whatssap dice mucho de la sociedad que estamos creando. Nos hemos convertido en adictos de las redes sociales, tanto que pasan a primer plano de nuestras ocupaciones.
Las redes sociales y las nuevas tecnologías han transformado nuestras interacciones personales. Muchos amigos pero pocos verdaderos. Tan cerca y tan lejos a la vez. Es paradójico que en la época en la que todo es comunicación la soledad se haya instalado en muchos jóvenes. Muchas palabras pero pocas emociones.
Es necesario recuperar el diálogo personal, el contacto visual, el trato de tú a tú, que nos permita saber qué piensa la otra persona cuándo te está mirando; qué le ocurre cuando su voz no es la de siempre; qué expresan sus gestos cuando estamos juntos o sus silencios cuando me mira. Es urgente que entre todos actuemos, o en nuestros jóvenes –y no tan jóvenes- se instalará la soledad lo antes posible. Y entonces todos tendremos la culpa de esa soledad.
Grupo Areópago
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