Firma invitada de Javier Ruiz Serrano, coordinador de 40 días por la Vida-Toledo y miembro del Grupo Polis
El 5 de julio de 1985 marcó un «terremoto social» en España con la aprobación de la Ley que despenalizaba el aborto. Desde entonces, la sociedad se ha visto envuelta en un debate profundo, reflejado en nuestros medios y en el corazón de muchas familias. Esta ley inicial permitía el aborto en supuestos concretos como el riesgo para la salud de la madre (que, lamentablemente, se convirtió en un «coladero» sin un control adecuado), la violación y las malformaciones fetales.
A lo largo de los años, bajo distintos gobiernos, hemos sido testigos de una realidad desoladora: aproximadamente 100.000 vidas se han truncado en España cada año bajo esta legislación.
La situación se agravó en 2010 con la aprobación de la actual ley de plazos, que ha contribuido a que alcancemos la escalofriante cifra de 2,6 millones de abortos en España. Aunque los datos sean abrumadores, recordemos que un solo aborto ya es una tragedia inmensa.
La pendiente resbaladiza y el eco del Sínodo Diocesano
Cuatro décadas después, como católicos, debemos preguntarnos: ¿somos plenamente conscientes de la pendiente resbaladiza en la que se encuentra el aborto en España? Esta práctica, a menudo presentada como una «intervención médica» o un signo de «progreso», es en realidad la eliminación de miles de seres humanos. Además, representa una violencia silente contra miles de mujeres a quienes no se les ofrecen alternativas reales y dignas, y es un factor clave en la dramática caída de nuestra natalidad. El aborto no es solo «quitarse un problema» o «evitar el sufrimiento»; hay una realidad mucho más profunda y dolorosa que no podemos ignorar.
Este es un momento crucial para nuestra Iglesia en Toledo. Estamos inmersos en un proceso sinodal, una llamada a caminar juntos, a escuchar y a discernir la voluntad de Dios para nuestro tiempo. El Sínodo Diocesano nos invita a una mayor co-responsabilidad en la misión evangelizadora de la Iglesia. Y, ¿qué hay más central para nuestra fe que la defensa de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural?
Una llamada al compromiso en nuestra Archidiócesis
Como católicos toledanos, no podemos permanecer indiferentes ante esta realidad. Nuestro compromiso con el Evangelio de la vida debe manifestarse de forma clara y valiente. El Sínodo nos impulsa a una Iglesia más misionera y profética, lo que implica alzar nuestra voz en defensa de los más vulnerables.
Esta llamada al compromiso no se limita a la protesta. Va mucho más allá:
- Ofrecer alternativas reales: Apoyemos y promovamos las iniciativas que ofrecen acompañamiento, recursos y amor a las mujeres embarazadas en dificultad, como los centros de ayuda a la vida presentes en nuestra diócesis de Toledo.
- Formar conciencias: Eduquemos a nuestras familias, comunidades y, especialmente, a las nuevas generaciones sobre la sacralidad de la vida y la verdad del aborto, desde una perspectiva de caridad y comprensión.
- Oración constante: Elevemos nuestras súplicas por las mujeres embarazadas, los niños no nacidos, el personal sanitario, los gobernantes y por una conversión profunda en nuestra sociedad.
- Participación activa: Involucrémonos en la vida de nuestras parroquias y en movimientos que promueven la cultura de la vida, dialogando con respeto y convicción en todos los ámbitos.
El compromiso sinodal nos pide ser discípulos misioneros que encarnen la compasión de Cristo. No permitamos que la indiferencia silencie nuestra fe. Desde Toledo, la cuna de nuestra rica historia eclesial, hagamos de la defensa de la vida una prioridad innegociable de nuestro testimonio cristiano.
¿Qué pasos concretos podemos dar, como comunidad católica en Toledo, para ser una voz más fuerte y un apoyo más eficaz en defensa de la vida?
Javier Ruiz Serrano, coordinador de 40 días por la Vida-Toledo y miembro del Grupo Polis
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