¿Educación para la igualdad o adoctrinamiento?
Por Fernando López Luengos , profesor de Filosofía en la Enseñanza Pública y vicepresidente de Educación y Persona
La nueva asignatura «Educación para la igualdad, la tolerancia y la diversidad» que se está ensayando en Castilla la Mancha es un grave desatino del gobierno de nuestra región. Si el objetivo es educar en la igualdad y la tolerancia (valores compartidos por la sociedad en su conjunto y que ya están presentes en otras asignaturas) no se entiende por qué ha de hacerse desde un modelo antropológico y ético discutido socialmente y rechazado por una parte de la sociedad.
La ideología de género que se intenta inculcar a los alumnos ni es el único modelo antropológico ni es el mejor: Este modelo enseña (a menores de 10 años -5º Primaria- y de 14 años -3º ESO-) a elegir qué género desean y que orientación sexual les parece mejor. Pues ambas cosas, según la ideología de género, son «imposiciones sociales» que no tienen por qué hacer suyas los alumnos, piensen lo que piensen sus padres. Los alumnos deben también aceptar que cualquier diferencia entre la psicología masculina y femenina es creada socialmente y que todas estas diferencias son opresoras.
Pero este modelo antropológico puede ser opuesto a las convicciones de sus padres si, por ejemplo, son partidarios de una ética natural (aristotélica o cristiana) o si tienen una forma diferente de entender el feminismo. El feminismo de la diferencia, sin ir más lejos, plantea la igualdad en los derechos de las mujeres admitiendo diferencias psicológicas naturales –no sociales- entre hombres y mujeres. Y estas diferencias enriquecen a la sociedad de manera complementaria. Pero para la asignatura no hay diferencia que sea enriquecedora.
La ideología de género transmitida por la asignatura, además, no tiene asiento científico y contradice frontalmente a la neurociencia y a la psicología que establece diferencias nítidas entre el temperamento masculino y femenino: ambos cerebros, el masculino y el femenino, comienzan su diferenciación durante las primeras semanas de vida fetal por la influencia de hormonas también diferentes: tanto el hipotálamo (responsable de la vida emocional y sexual) como los hemisferios cerebrales (responsables de las funciones asociativas superiores) son configurados de modo diverso en hombres y mujeres. La asignatura enseña lo contrario.
Por otro lado, para «educar en tolerancia», la asignatura obliga a los menores a asumir como valioso y digno de aprecio la forma de entender la afectividad y la sexualidad del colectivo LGTBI. Pero valorar y apreciar a una persona no significa compartir ni apreciar su forma de pensar, de sentir o actuar tal y como pretende la asignatura. No es potestad del sistema educativo entrometerse en la formación de la conciencia de los menores ni usurpar la potestad de los padres a educar a sus hijos en sus propias convicciones morales o religiosas, principios, ambos, protegidos por nuestra Constitución (arts.16.1, y 27.3). Esta irresponsabilidad de las autoridades educativas emplaza a los padres a presentar batalla en la defensa y protección de sus hijos amparados por nuestra Constitución.
En el año 2007 la asociación de profesores Educación y Persona alertó de la gravedad del proyecto ideológico de Educación para la Ciudadanía y pocos meses después se presentaron 5.000 objeciones de conciencia –solo en la provincia de Toledo– y se iniciaron varios cientos de recursos contenciosos administrativos contra la consejería de Educación. Confiemos en que, en esta ocasión, no tenga que repetirse el enfrentamiento.