Tras una larga negociación, los socios europeos han acordado redistribuir a 60.000 refugiados en dos años entre los diferentes estados. El acuerdo ha tenido que superar la oposición de varios gobiernos, incluido el nuestro, para los que la medida “no es la solución al problema, sino distribuir el problema.”
Pero es que para solucionar un problema es preciso primero asumir el problema, cosa que hasta ahora no había hecho la Unión Europea. Pareciera tratarse solamente de buscar soluciones para proteger nuestras fronteras, nuestro nivel de vida y nuestra prosperidad.
La grave situación humanitaria de tantos millares de desplazados, huyendo de la barbarie, del odio y del hambre, buscando simplemente poder sobrevivir al día siguiente, no puede dejarnos indiferentes. Exige una respuesta desde lo más hondo de nuestra condición humana. No está en juego solo su dignidad, sino la nuestra.
La solidaridad duele
La solidaridad no consiste en pagar una cuota a una ONG para tranquilizar la conciencia. Supone sentirnos personalmente concernidos por el sufrimiento del otro. Y supone, posiblemente, renunciar por nuestra parte a determinadas comodidades o a ciertos estilos de vida. La solidaridad duele.
¿Cómo puede una Unión Europea con 506 millones de habitantes, que posee uno de los más altos niveles de vida del mundo, sentirse orgullosa de una solidaridad que lleva a acoger en dos años a 60.000 personas que lo han perdido todo?
La respuesta no puede ser otra que reconocer que estamos enfermos de indiferencia. Hablamos de cuotas, de flujos migratorios, de números, cuando deberíamos hablar de salvar vidas humanas. Vivimos, pues, en una Europa enferma, que ha cambiado los valores que la construyeron por el principio único de la defensa a toda costa de la propia prosperidad egoísta de sus ciudadanos.
No agravemos esta dolencia. Reaccionemos cambiando nuestro corazón para construir una Europa verdaderamente humana.
Grupo AREÓPAGO
Creo que para ayudar a esta reflexión hay que distinguir claramente entre el problema de la inmigración y el problema de los refugiados. La avalancha de personas que últimamente está recibiendo Europa están mayoritariamente en ese segundo caso.
Los inmigrantes buscan un trabajo y mejorar su nivel de vida. Los refugiados huyen de la muerte, buscan sobrevivir y piensan en regresar a su tierra en cuanto sea posible.
Esta entrada fija bien el problema hablando de refugiados. Ese es planteamiento que nos ayudará a encontrar soluciones.
Muchas gracias por tu aportación.