Estamos ya en la denominada fase de desescalada. La mayoría de las personas, deseamos que al menos en medio del drama que hemos vivido y seguiremos viviendo, sepamos extraer enseñanzas, reflexiones que nos ayuden a ser mejores, a no volver a cometer errores en modos de vida, en estilos de hacer.
¿Cuál es la verdadera desescalada que también necesitamos?
El hombre actual ha escalado muy alto en aspectos no muy positivos para nuestro mundo.
Hemos llegado a extremos de absoluto desprecio por la vida (la de los no nacidos, la de los enfermos crónicos o terminales, la de los hombres y mujeres que viven en países denominados como tercer mundo). Esta pandemia nos ha afectado a muchos. Nos creíamos a salvo de epidemias, desastres naturales, etc., tras los muros de una sociedad del bienestar y del máximo desarrollo. Parece que estas cosas sólo ocurrían en países pobres. Pues bien, hemos tenido ahí una gran lección de humildad: por mucho que progresemos, siempre puede haber amenazas contra esa supuesta seguridad que nos da el desarrollo. La vida, por tanto, es el bien más preciado. Observar tantas vidas arrebatadas en tan poco tiempo, nos debe llevar a valorar mucho más y en su verdadera significación, cada vida humana, desde su inicio, hasta su fin natural.
Los gobiernos han reducido a la mínima expresión sus políticas de apoyo a la investigación y el desarrollo, al mismo tiempo que han dejado morir industrias que son muy necesarias para la supervivencia económica de nuestros países. En la escalada por tener quizás más saneadas las arcas, o cumplir directrices que llegan desde fuera de nuestras fronteras, se han olvidado de que la investigación, la agricultura, un tejido industrial diversificado, son también muy necesarios para que un país avance hacia un verdadero progreso.
Los ciudadanos de esta sociedad del bienestar y del desarrollo, hemos entrado en las prisas, la competitividad, la apuesta por la apariencia, lo superficial. Nos comen los horarios. No hay tiempo para el sosiego, la familia, para la reflexión, para los verdaderos valores que sustentan y hacen a la persona.
Hagamos todos la desescalada de estas alturas, que nos han llevado a cometer tantos errores a todos. Tenemos la oportunidad de dejarnos enseñar por esta dolorosa circunstancia.
GRUPO AREÓPAGO
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