La libertad de opinión de la Iglesia católica

opiniónLa Iglesia católica reconoce en sus miembros la facultad, el derecho y hasta la obligación de manifestar  su personal opinión a los pastores, a los demás fieles y desde su pertenencia a la Iglesia a todos los demás hombres.

Los criterios para opinar bien se enmarcan en las siguientes directrices: tener conocimiento, competencia y prestigio en aquello que se dice (en este sentido la experiencia es un grado). Buscar el bien y la utilidad de todos. Tener muy en cuenta la dignidad de las personas. También la dignidad de grupos de personas, que conforman las instituciones.

La razón de ser de la libertad de opinión es muy sencilla. La experiencia de la fe cristiana se hace cultura y percepción personal en la vida intelectual, individual y social del ser humano afectado por la fe, en cuanto el creyente da testimonio de su experiencia. En cuanto persona humana creyente puede manifestar su valoración de cualquier realidad a la luz de su experiencia de fe. Y esto, para los cristianos, es una facultad, un derecho y hasta una obligación.

Decidir libremente expresar la experiencia de encuentro con Jesucristo es una alegría para el cristiano. Como los adolescentes que dibujan corazones por el parque. El cristiano considera este encuentro como algo muy bueno para él, y lleno de alegría lo manifiesta a todos por si alguien más quiere compartir este tesoro. Dentro de la Iglesia esto se considera testimonio. Fuera de ella esto se considera “acto de libertad de opinión”.  Tanto la Iglesia como la sociedad civil reconocen este derecho como expresión de una facultad propia del ser humano.

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Opinar bien añade algo. Poder hacer algo no significa que lo suyo esté bien hecho. El ser humano puede y debe crecer, aprender y progresar.  El crecimiento humano incluye errores, y por tanto la capacidad de  corregirse y aprender los demás. Si el creyente madura su juicio según la guía de las buenas opiniones lo normal será que sus opiniones ofrezcan un gran beneficio para todos.

La recomendación – y mucho más – de Jesucristo a los suyos fue  anunciar buenas noticias. Los creyentes hoy tenemos más obligación de hablar que de callar.

Grupo AREÓPAGO

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