Es evidente que la irrupción de las tecnologías y de la información y la comunicación (t.i.c.) en los colegios y en el mundo de la educación en general está ya consolidado y que su presencia es irreversible.
La cuestión es, ¿se han introducido de acuerdo a una lógica y conforme a unos planes bien pensados, madurados, ordenados y establecidos, o más bien se está aprovechando las oportunidades que ofrece la tecnología según vamos descubriendo nuevas aplicaciones?
Desgraciadamente la experiencia indica que las llamadas desde hace 15 o 20 años “nuevas tecnologías” – en algún momento habrá que dejar de referirse a ellas como “nuevas” -, están siendo introducidas tanto en las casas como en los colegios como oportunidades y como bienes con un fin en sí mismos y no como meras herramientas.
Las tablets, móviles, aplicaciones para el ordenador o la televisión van incorporándose a la vida diaria como anexos al conjunto de actividades, desplazando o anulando otras sin que muchos se paren a considerar si están ocupando el espacio y el tiempo debido.
Sin duda las t.i.c. son los grandes elementos de la globalización. Hoy las fronteras, al menos a través de internet y en países donde hay libertades humanas mínimamente conservadas – no así en países teocráticos y / o comunistas – han quedado completamente diluidas y podemos acceder a información e incluso formación que se produce desde gran parte del globo.
Las t.i.c. ofrecen formas de enseñar y acceder a la formación que en muchos casos hacen que ésta sea más atractiva, más fácil de aprender, y ofrecen nuevas formas de manipulación de la información, pero lo importante es la información y su utilización, no la herramienta per se.
Al margen de cómo ha sido su introducción en nuestras vidas, debemos tener en cuenta los riesgos que acompañan a estas t.i.c.: – Estimulación de determinadas áreas cerebrales que provoca una hiperatención a la información que provenga de la tecnología (Tablet, móvil, o pantalla), pero simultáneamente un déficit de atención hacia la información “analógica”: profesor, libro, padres.
– El tipo de análisis de información que se hace con las t.i.c. es mucho más superficial que con los medios tradicionales.
– Hiper-socialización digital (Facebook, Instagram, musicali, whatsapp, etc.) pero una pérdida significativa de calidad en las relaciones personales.
– Altera calidad de nuestra relación social y la posición que ocupamos con los demás: las redes sociales nos colocan en una situación en la que podemos ser mirones (voayer) o exhibicionistas.
– Apertura completa a contenidos inadecuados para un correcto desarrollo personal: pornografía, cotilleo y otras muchas formas de pérdidas de tiempo.
– Constituyen unas herramientas que – en sí mismas – son altamente adictivas (basta considerar la cantidad de veces que hemos mirado el whatsapp en lo que llevamos de día).
Por todo ello conviene regular, no necesariamente desde el punto de vista legislativo, bastaría una regulación corporativa, escolar, familiar y personal, pero si éstas no llegan tendremos que recurrir a las leyes para protegernos. Es necesario concienciarnos de la necesidad de tener espacios y tiempos libres de t.i.c.s ya que éstas son aplicables y aplicadas (no siempre podemos decir útiles) en el ámbito escolar, laboral, de ocio, del hogar, etc., es decir una omnipresencia que genera una percepción de necesidad y dependencia que, siendo falsa, puede convertirse en un auténtico lastre en el desarrollo de la libertad personal.
© Ignacio Calderón Castro
Psicólogo.
Educarconsentido.com www.inpa.info
- Ignacio Calderón Castro será el ponente de la sesión del viernes, 27 de abril, a las 18.00 horas en el Seminario Mayor de Toledo del III Curso de Formación Complementario “La Verdad os hará libres”.
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