EL Tribunal Supremo ha condenado a los cinco miembros de la llamada Manada a 15 años de prisión por un delito continuado de agresión sexual, por unos hechos ocurridos en las fiestas de San Fermín del año 2016; Así mismo se condena a los agresores a indemnizar de manera conjunta a la víctima en la cuantía de 100.000 euros, con imposición de una orden de alejamiento de 20 años de la víctima, más 8 años de libertad vigilada tras cumplirse la condena.
Esta sentencia revoca la dictada anteriormente por el Tribunal Superior de Justicia de Navarra que había confirmado una primera sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Navarra., que consideraban los hechos como abuso sexual en lugar de agresión o violación, con una condena de 9 años de prisión para cada uno de los acusados.
El deber de juzgar no es fácil y lo que debería ser un debate jurídico se ha convertido en un debate ideológico y social, con alegatos claramente irreflexivos.
Nuestro Código Penal establece penas mayores para los delitos más graves, por lo que en cada caso concreto que ha de ser enjuiciado, hay que aquilatar la pena en relación con la gravedad de los hechos que el Tribunal considere probados. Por ello no nos corresponde entrar en disquisiciones acerca de si esta nueva sentencia establece o no una pena justa, si bien hay que dejar clara la repulsa ante cualquier tipo de violencia, maltrato o agresión de una persona sobre otra.
El caso de la Manada ha reabierto un debate social acerca de la violencia machista. Se tilda a la justicia como carente de perspectiva de género y que por ello maltrata con sus decisiones a las víctimas, instando una revisión de la legislación penal con el fin de adaptarla a nuestra sociedad adoptando una mayor perspectiva de género. Ello implicaría castigar al margen del propio delito, presuponiendo que el hombre actúa por machismo.
Algo falla en nuestra sociedad. Vivimos en una sociedad hedonista, donde se consume pornografía, se recurre a la prostitución, existe una fuerte promiscuidad sexual con personas del mismo de sexo o de ambos, el ser humano llega a sentirse incapaz de controlar sus pulsiones sexuales, donde toda relación vale con tal de ser consentida…. ¿No será que fruto de todo lo expuesto se llega a delitos tan deplorables como el que acaba de enjuiciar el Tribunal Supremo?
GRUPO AREÓPAGO
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