En el último día del año 2022, marchaba a la casa del Padre, el Papa Emérito Benedicto XVI. Se cerraba no sólo un año, sino el peregrinar por la vida terrena de aquel humilde y sencillo trabajador de la viña del Señor, preparándose no a un fin, sino a un encuentro con su Señor. Muchas cosas hemos visto, escuchado, leído, acerca de su persona y vida a lo largo de estos días, pero quisiéramos que estas líneas pudieran servir de agradecimiento a Dios por la vida de Benedicto, y al Papa emérito por el ejemplo de su vida.
Destacado ha sido en los distintos medios de comunicación el hecho, calificado como “histórico”, de su renuncia al Papado. Pero basta acercarnos a la vida de Joseph Ratzinger para darnos cuenta que la renuncia fue algo normal en su vida. Una renuncia no vivida como frustración, sino como aceptación gozosa y obediente de la voluntad de Dios. Brillante y vocacionado profesor universitario, tuvo que renunciar a su cátedra para asumir el cargo de arzobispo de Munich y Frisinga. Pasados poco más de cuatro años en el encargo pastoral, tuvo que renunciar al mismo para asumir el cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En este puesto sería renovado varias veces por San Juan Pablo II hasta que viendo ya cercana su posible jubilación soñaba con poder retirarse a estudiar y escribir sobre Teología. Pero de nuevo tendría que renunciar a este su proyecto ya que, cercana su “jubilación” como prefecto, fue elegido como 265º sucesor de San Pedro en el cónclave convocado tras la muerte de San Juan Pablo II. Cargo en el que permanecería hasta su ya conocida renuncia.
Pero este hecho no puede colapsar lo grande de su figura. Hablar de Benedicto XVI es hablar uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo, de un nuevo San Pablo que no ha dudado de introducirse en los distintos areópagos de nuestro tiempo para dialogar con aquellos que adoran al “dios desconocido”. Sus diálogos con Paolo Flores D´Arcais (ateo beligerante), Jürgen Habermas (gran filósofo e intelectual) o el matemático Piergiorgio Odifreddi (presidente de la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas italianos, con quien mantuvo una amplia correspondencia especialmente en los últimos años de su vida) nos muestran ese deseo de San Pedro de “dar razón de nuestra esperanza”, mostrando la racionabilidad de la fe. El cuidado y pulcritud para mantener intacto el depósito de la fe, la vida de unión y oración con Dios, el deseo de dar a conocer la persona de Cristo, han sido notas predominantes de la vida del ya difunto Benedicto XVI. Toda su vida bien ha quedado reflejada en la frase que escogió como lema episcopal “Cooperatores Veritatis”.
Abundante ha sido su Magisterio y sus múltiples escritos que nos confirman en la fe, que buscan la racionabilidad de la misma, y que sobre todo quieren favorecer el encuentro con Jesucristo. Gracias Benedicto XVI por todo lo que nos has hablado de Dios, por tus escritos y por el testimonio de tu vida. Gracias por tu fidelidad al ministerio recibido y por haber sido ese humilde y sencillo trabajador de la viña del Señor. Gracias por tu servicio a la Iglesia y, por ende, a la Verdad.
GRUPO AREÓPAGO
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