En la noche más oscura

Sí, estamos en la noche oscura… En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada -como lo expresó el genio creativo y sublime de Juan de la Cruz y nos lo dejó para la eternidad de la historia-… La sociedad del bienestar se tambalea; el miedo se apodera de un mundo feliz que se creía seguro; la modernidad líquida de una cultura centrada en un individualismo radical y en un relativismo que propicia nihilismo, se evapora y se diluye sin fórmulas ni esquemas que lo controlen; el mundo prefabricado y sostenido por la velocidad y las prisas que pretendía alcanzar cual sísifo posmoderno la cumbre de la felicidad y el progreso, se derrumba entre tonos apocalípticos; la incertidumbre y el miedo invade las grandes catedrales del sistema económico y producen estampida…

Pero… he aquí que, a oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura!, la noche se ilumina –a oscuras y en celada-, y se llena de humanidad; de una corriente cálida de solidaridad y gratitud hacia las personas más comprometidas en esta noche oscura, en forma de canción, de palmas y vítores que llenan las ventanas, balcones y terrazas de este mundo nuestro tan global y competitivo, pero aún con las semillas de la solidaridad germinando en muchos corazones… Y en el centro, una carta del voluntariado de Cáritas de Madrid con el siguiente mensaje para las personas mayores, solas y enfermas: “la caridad no cierra, quiero ser tu vecino de apoyo”  

Y estando ya mi casa sosegada, quedéme y olvidéme, el rostro recriné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado… Lo reconocí. Apareció en forma de esperanza. La buena noticia de la esperanza que transforma la vida y que hace renacer en las tinieblas, que sosiega los corazones. Y me encontré con una esperanza que teníamos olvidada; que las prisas del momento, del aquí y del ahora estaba limitando nuestra humanidad y oscureciendo el sentido de nuestras vidas; una esperanza que ya no es solo información pasajera para los no creyentes, sino certeza de que el hombre puede salir desde la razón humanista de sus muchas noches oscuras que la historia le ha regalado; y una esperanza que para nosotros los cristianos viene cargada de oración, en escucha y en confianza, en creencia de que uno no se encuentra solo en esta noche oscura, sino acompañado de Alguien que le anima a no retirarse al rincón de su propia felicidad, sino a ser capaz de darse y sacrificarse por los demás. Y allí…en mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.

GRUPO AREÓPAGO

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