Conclusiones
La economía mundial encara 2025 con un crecimiento sólido, pero con elevadísima incertidumbre. Entre los principales riesgos que podrían hacer descarrilar el escenario central de continuado crecimiento mundial hay que distinguir entre cuestiones económicas y políticas. Entre las primeras destacan las disrupciones que podrían generar las políticas económicas “trumpistas”. Los aranceles, además de reducir el crecimiento global y erosionar la cooperación económica internacional, podrían ocasionar un retorno de la inflación y una mayor apreciación del dólar derivada de subidas de tipos de interés necesarias para frenar dicha escalada de precios. La combinación de un dólar fuerte, menor liquidez y falta de dinamismo del comercio internacional, ha sido históricamente letal para el crecimiento de las economías emergentes, sobre todo las de América Latina, lo que podría afectar a la cuenta de resultados de muchas empresas españolas con inversiones en la región. En todo caso, estos efectos no deberían materializarse hasta bien entrado el año. Lo mismo puede decirse de eventuales problemas de inestabilidad financiera derivados del elevadísimo nivel de déficit y deuda pública en EEUU, que seguramente se amplificarán con Trump y que, sorprendentemente, a nadie en Washington parece preocuparle. La otra fuente económica de riesgos es la desaceleración de la economía china (que se podría intensificar si se abre una guerra comercial con EEUU). Una China menos dinámica lastraría tanto el crecimiento asiático como el del conjunto de la economía global.
Más allá de las cuestiones estrictamente económicas, las tensiones políticas y geopolíticas, así como los efectos del cambio climático, podrían resultar nocivos para el dinamismo de la economía mundial. Aunque es difícil hacer pronósticos, la guerra en Ucrania podría continuar y extenderse y no será fácil terminar ni con la de Gaza ni con la inestabilidad en Oriente Medio, lo que podría afectar al precio del petróleo. En Europa tanto la polarización como la parálisis política podrían generar problemas económicos. Pero la clave será si Alemania logra formar un gobierno centrista y europeísta tras las elecciones de febrero y si Francia logra cierta estabilidad (y la aprobación de un presupuesto) tras cambiar de primer ministro dos veces en los últimos meses. Y, aunque sea poco probable, existe el riesgo de que una crisis en Taiwán genere una reacción en cadena que afecte muy negativamente al crecimiento mundial y comprometa los suministros de semiconductores. Por último, los sucesos climáticos extremos, los ciberataques y el creciente malestar de las clases medias empobrecidas por la inflación y por el miedo a la disrupción de la inteligencia artificial podrían generar conflictos económicos de consecuencias inciertas.
Pero también podría haber sorpresas positivas. Los aranceles de Trump podrían no materializarse, las guerras en Ucrania y Gaza podrían terminar, el precio de la energía bajar por el aumento de la producción de hidrocarburos en EEUU y la baja demanda en China, la economía alemana volver a crecer gracias a una agenda reformista del nuevo gobierno, la productividad aumentar por la adopción de nuevas tecnologías, y las bolsas tener otro año glorioso por el dinamismo de la inversión en inteligencia artificial y transición energética.
Los valores cristianos como la caridad, la justicia social, y el deber hacia los demás han influido en la visión del trabajo y las relaciones laborales en España. La ayuda a los más necesitados, la importancia de la familia y la dignidad del trabajo son conceptos que han sido promovidos por la iglesia y que impactan la vida económica, particularmente en actividades de voluntariado y solidaridad.
En resumen, aunque la economía española moderna es mayormente secular y globalizada, la influencia de la religión, especialmente el catolicismo, ha dejado huellas históricas y culturales que siguen presentes en algunos aspectos de la vida económica, la moral social y las iniciativas comunitarias. Sin embargo, la relación directa entre la economía y Dios en el contexto actual es más indirecta y se refleja principalmente en valores éticos y acciones inspiradas por principios religiosos.
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