El eurodiputado inglés, Steve Woolfe, y su compañero de partido, Mike Hookem, se enzarzaron a primeros de octubre en una pelea, como si fuera una riña de gatos. El incidente tuvo lugar en Estrasburgo, en la sede del Parlamento Europeo.
Independientemente del partido político al que pertenezcan los implicados, de las posturas radicales que mantengan en relación a la Unión Europea y de la causa que motivó la pelea, nada justifica este tipo de violencia, y no deja de sorprender que el escenario donde se produjo el acontecimiento violento fuera el Parlamento Europeo.
Recordemos que esta institución europea representa directamente a los ciudadanos y junto con la Comisión Europea y el Consejo de la Unión Europea ejerce la función legislativa. Pero a la luz de estos acontecimientos, cabe preguntarse ¿Dónde está el buen comportamiento de nuestros políticos? ¿Dónde se encuentra ya el respeto, la tolerancia y los principios que defienden los intereses de los ciudadanos? ¿Dónde quedó el código de conducta? ¿Qué testimonio de comportamiento cívico nos ofrecen nuestros representantes en las instituciones? Parece ser que este es el ejemplo que ofrecen nuestros cargos públicos, en este caso europeo, de lo que es tratar asuntos de manera educada, pese a la diferencia de opiniones.
Aunque lamentablemente, en el corazón de Europa -en Estrasburgo- tuvo lugar esta riña, algo que produce día a día en muchos lugares. Es un fenómeno que va en aumento. Más violencia ciudadana, violencia verbal, violencia de género, violencia psíquica, etc. ¿Por qué el mundo es cada vez más violento? ¿Por qué se generan más actos violentos contra personas, contra grupos, contra el sistema? ¿Por qué esta falta de respeto? ¿Dónde está la educación?
No debemos acostumbrarnos a que se produzcan este tipo de incidentes, que provocan cambiar el comportamiento final de las personas. Estas acciones no deben dejar de preocuparnos, y debemos actuar. El rechazo a la violencia tiene que ser nuestro leitmotiv, debemos de trabajar por la paz a través de la educación; impulsar el valor del respeto y la tolerancia, entre unos y otros. El respeto comienza por uno mismo. Y nuestros políticos, los que están en la vida pública -que nos representan-tienen que ser los primeros.
Grupo Areópago
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