La salida de la crisis

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Expertos analistas y observadores sociopolíticos no se ponen de acuerdo en determinar la duración de la crisis económica que nos golpea: unos dicen que es pasajera y forma parte de “coyunturas” desfavorables inherentes al sistema económico; otros en cambio argumentan que la crisis ha venido para quedarse y hemos de acostumbrarnos a vivir instalados en ella. Muy pocos penetran en sus causas profundas y en los efectos que produce en la población más desfavorecida.

El pensamiento social católico sí ha sido capaz de mirar con hondura a este fenómeno socioeconómico y ha visto que “en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!” (Papa Francisco)

El sistema economicista hoy vigente ha desembocado en un proceso de individualización y de interiorización de valores. Su principio rector señala que hay que producir para consumir y por lo tanto hay que consumir para producir. Este principio ha penetrado de tal manera en la sociedad que se ha transformado en ideología de pensamiento único. Y la manera de sostenerlo es manteniendo la espiral creciente de necesidades y consumo, la mayor parte de ellas superfluas. Para ello se utilizan todos los instrumentos y medios de la era del conocimiento y la información. Todos educan para dar una orientación cada vez más hedonista al impulso vital de las personas generando una matriz cultural, una manera de sentir de pensar y de hacer, que es marco de referencia en todo el mundo.

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La actual crisis no es sólo, pues, económica sino también cultural. De ahí que su salida exija, no sólo medidas económicas y políticas, que también, sino un cambio de orientación en valores. Salir de la crisis supone un duro caminar hacia una nueva cultura y hacia un nuevo modelo social que se reencuentre con la solidaridad cuyas raíces se hunden en la experiencia del don y la gratuidad  (Benedicto XVI).

Decimos duro porque en el cambio está implicada fundamentalmente la educación y sus procesos; y en consecuencia, las llamadas estructuras de acogida: la familia, la escuela, el trabajo, las asociaciones culturales, los medios de comunicación…, todas ellas afectadas gravemente por las patologías de una cultura hedonista y utilitarista. Cómo propiciar, pues, este cambio cultural es uno de los más importantes retos que tiene la sociedad actual.

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Un comentario sobre “La salida de la crisis

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  1. Cambio cultural significa cambio de la escala de valores. Es el orden con que valoramos unas realidades sobre otras lo que configura una cultura. Eso se manifiesta en los comportamientos cotidianos, en las costumbres sociales y en las expresiones artísticas (representaciones simbólicas de nuestros valores). Por lo tanto, cambio cultural significa purificar nuestra escala de valores, cambiar nuestros comportamientos, revisar nuestras costumbres y apoyar todo esto en símbolos que nos sostengan en este recorrido contracorriente.

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