Aún se sigue hablando del –pequeño– escándalo provocado por un destacado líder del partido anti-casta (que promete erradicar del ámbito político todos los malos hábitos y abusos) al conocerse que ha defraudado a la Seguridad Social por no formalizar el alta de la persona que prestaba servicios para él. Se une a los –curiosamente, también pequeños– escándalos provocados por otros dirigentes de ese mismo partido, siempre en la línea de incumplir obligaciones laborales. Lo llamativo de este asunto no es sólo que quien debe dar ejemplo ha demostrado incurrir en los mismos males que los miembros de la casta a los que tanto critican, hasta tal punto de hacer de ello su bandera; es, además, que se busque justificar el comportamiento en la complejidad burocrática que supone el cumplimiento de la Ley, una Ley que es la misma para todos, incluidos los miles de ciudadanos en la misma situación que, en cambio, la cumplen. Peor aún es la cadena de apoyos recibidos por el infractor, a quien se le ha llegado a calificar de ejemplo moral.
La obligación incumplida consiste en rellenar un sencillo formulario y remitirlo, debidamente firmado y acompañado de copia del contrato de trabajo, a una oficina de la Tesorería General de la Seguridad Social, algo que puede hacerse incluso por correo postal.
A quienes desempeñan cargos públicos y optan a asumir responsabilidades de gobierno les es exigible un plus de ejemplaridad. No sólo han de parecer honestos sino que, además, han de serlo, en su esfera pública y en su esfera privada. Quien es capaz de defraudar en lo menos es más capaz aún de defraudar en lo más.
La ejemplaridad, entendida como cualidad de quien ha de ser ejemplo, es decir, modelo que otros imiten, brilla por su ausencia en no pocos de nuestros políticos, viejos y nuevos. No piden perdón por sus errores y no asumen las responsabilidades de ellos derivadas. Si, en lugar de ser modelos de probidad y de virtud, fieles a la vocación de servicio público para la consecución del bien común que es la política, son ejemplo de búsqueda de su interés personal y de malos ciudadanos, están incapacitados para el ejercicio de cargos públicos. Sencillamente.
Grupo AREÓPAGO
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